Otro poeta niño
Alberto Quiñónez es otro de los poetas niños de La Casa del Escritor (ya había hablado de ellos aquí). Hace unas semanas cumplió los 18 años y trabaja con nosotros desde diciembre de 2004, junto con Herberth (que lee estas líneas) y Claudia, de quienes hablaremos otro día. Estudia economía en la Universidad Nacional y está trabajando en dos poemarios al mismo tiempo: un poema largo, bastante complejo y... uh... cósmico --bien impresionante-- y otro de poemas más o menos cortos y, en relación con los otros, sencillos. Aquí va uno de sus poemas sin título:
El ocaso es tan sólo una puerta cerrada
reina puerta entre las puertas
Abruma el frío:
el árbol es oscuro y cuelgan los cadáveres de las horas
y esos inocentes papeles con dibujos de la infancia
¿Es el sol indefectible?
El mañana es una idea demasiado antigua
es un harapo que envuelve el corazón en un invierno crudo
es un juego de dados
es el azar desnudo
es la rifa de tus huesos planos
Y la noche te revienta los labios con su sequedad de garganta muerta
y entra en las habitaciones hasta caminar sobre ella misma
y tanta oscuridad que no sabemos nuestro nombre
y tanta sombra que nos hace olvidar que estamos presos tras el color gris de las cosas
que somos el silencio que ha muerto
y tanto más ruido aun que Dios quedó callado
que la lluvia pesa tanto como un pie perdido
que de la faz de tu adorado infierno seremos la especie que muera primero
que somos la vida caduca de un ser que no ha vivido
porque siempre hay un dios que no merece vivir en los templos
y siempre los gritos hieren más que el frío
y talvez mueres
pero es como si estuvieras callado
pero es como si estuvieras dormido
El ocaso es tan sólo una puerta cerrada
reina puerta entre las puertas
Abruma el frío:
el árbol es oscuro y cuelgan los cadáveres de las horas
y esos inocentes papeles con dibujos de la infancia
¿Es el sol indefectible?
El mañana es una idea demasiado antigua
es un harapo que envuelve el corazón en un invierno crudo
es un juego de dados
es el azar desnudo
es la rifa de tus huesos planos
Y la noche te revienta los labios con su sequedad de garganta muerta
y entra en las habitaciones hasta caminar sobre ella misma
y tanta oscuridad que no sabemos nuestro nombre
y tanta sombra que nos hace olvidar que estamos presos tras el color gris de las cosas
que somos el silencio que ha muerto
y tanto más ruido aun que Dios quedó callado
que la lluvia pesa tanto como un pie perdido
que de la faz de tu adorado infierno seremos la especie que muera primero
que somos la vida caduca de un ser que no ha vivido
porque siempre hay un dios que no merece vivir en los templos
y siempre los gritos hieren más que el frío
y talvez mueres
pero es como si estuvieras callado
pero es como si estuvieras dormido
3 comentarios:
No quiero parecer simplón, pero lo único que puedo decir es que me gusta el poema.
Ojalá haya mucho más en el futuro.
"El mañana es una idea demasiado antigua"
Esto me hace recordar muchas cosas.
Saludos
Recuerdo la tarde que Nathaly entrò con un poema de tres versos en la mano, aunque pequeñito era fuertisimo.
El poema de Alberto me gusta, pero me crea un poco de confunsiòn la extensiòn de algunos versos (bien largos, pero el corte es bueno) ¿còmo haces para que un verso se extienda tanto sin que la idea de los alejandrinos te obstruya el corte?
Saludos
JRenato Buezo Pèrez
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