26 de octubre de 2006

Poetas y solemnes 4

Desde hace días está anunciándose que María Poumier hará una antología del Festival Internacional de Poesía en sus cinco primeras ediciones. Hoy aparece una nota en La prensa gráfica donde hace algunas valoraciones acerca del Festival y de los poetas participantes.
Me alegra, en especial, que mencione explícitamente a dos de los poetas de La Casa. Roger Guzmán y Krisma Mancía (esta última además trabaja de mi esposa y de mamá de Valeria), como gente que la "estimula" respecto de la producción en el país. Hace una observación interesante:
Espero que tengan oportunidad de seguir en la vía que están explorando, llena de peligros de esterilización por los motivos más variados. Yo diría, como Floriano Martins, que lo más importante aquí es mantener el ego en su lugar, no dejarlo del todo suelto: la poesía no se deja encerrar en el comercio cultural ni en el espejo complaciente...
Estoy seguro de que no habrá problemas de ego por allí; Roger y Krisma, junto con dos o tres decenas más de compañeros, tienen un ego no diré pequeño o sumiso, pero sí bien centrado.
Una de las cosas más importantes de las que hablamos en La Casa, más importante aún que cualquier técnica --y sin saber que Floriano Martins hablaba de ello--, es el asunto del ego, la cáscara donde se resbala más de un talento y gracias a la cual más de dos terminan defenestrados semanalmente. La frase "de uso" es sencilla: si se te sube, estás muerto como poeta; si se te baja, estás muerto como poeta. Y allí viene el quid del taller: ¿cómo hacer para que se no se suba ni se baje, y que cada uno sepa dónde está puesto? Sencillo: pura técnica de lectura, que la de escritura ya llegará con la práctica. Es quizá lo que lleva más tiempo en el taller: aprender a leer.
Antes que nada, distanciamiento. Leerse a uno mismo como si estuviera leyéndose a otro cualquiera. Y "cualquiera" tiene un sentido amplio: incluye a un compañero de taller o a un poeta de lo más consagrado. Recuerdo, en un pequeño taller aparte del de los domingos, cómo puse a leer en serio a los participantes un poema de Neruda, no recuerdo cuál, de la Tercera residencia. Al primcipio estaban asustados: ¿cómo iban ellos a criticar a un Nobel? Más bien había que alabarlo y tomarlo de ejemplo. Intentaron encontrar parámetros que se ajustaran al poema y que además mostraran lo grande que era. Pero el mismo método que habíamos usado para leer a Khayyam, a Pasos, a Whitman, a un montón de poetas locales y extranjeros contemporáneos, sólo llevó a una conclusión: el poema era malísimo.
--Mal corte de verso --observó tímidamente una de las participantes tras analizar verso por verso--. Las imágenes son oscuras. Hay lugares comunes. Lo único que está haciendo es armar sinónimos. El poema tose.
El modo sonará prepotente a más de un solemne, pero funciona: si uno es capaz de reconocer un mal poema de un poeta de esa talla, sin duda será capaz de reconocer cosas peores (o mejores) en los textos propios. Así, cuando uno desarma un poema ajeno, de un compañero o de quien sea, en realidad está desarmándose a sí mismo. En otras palabras, el que se lleva, se aguanta.
Otras de las cosas son que la escritura sólo es una parte del proceso de creación de un objeto artístico. Después viene corregir, pulir, dejar reposar, volver a corregir... Detrás viene la noción de que uno no es importante una vez que el texto está planteado, sino el texto mismo. Cuando está en el papel, el texto es algo aparte de uno, con vida y destino propios, y lo único que uno puede hacer es ayudarlo a que sea lo que tiene que ser; uno es incidental.
Hay dos poemarios ya terminados de gente de La Casa que me gustan especialmente: Fijación de la costumbre, de Vilma Osorio, y Viaje al imperio de las ventanas cerradas, de Krisma. (Para los solemnes: no, no es porque sea mi mujer, ni porque la esté promoviendo. De verdad que la mujer escribe muy bien, y en serio que una vez platiqué como cinco minutos con María Poumier y no tuve tiempo de decirle: "Para el próximo año, te ordeno que elogies de Krisma, y de paso menciona a Roger para que no se sospeche que yo te lo dije.") Los poemarios tienen varias características importantes: pueden leerse con mucha facilidad y fluidez, son terriblemente profundos, con un lenguaje sencillísimo, y no se ve a las autoras, sino textos muy bien armados.
Algo que vuelve tediosos a muchos poemarios es que uno tiene que estar viendo al autor a cada rato, sus ideas, sus sentimientos, sus dolores, qué sé yo. Y uno realmente no es tan interesante como lo que produce, o no debería serlo. Entonces parte de la tarea de leer un poema o un poemario es filtrar al poeta y ver lo que quiere decir; eso lleva energía y tiene un límite. Llega un momento en que uno se harta y manda el libro al carajo. Lo de "escribir sobre escribir" es parte de ese ejercicio interminable de acicalar el ego: "El poeta es...", "El poeta mira...", "El poeta siente..." ¿A quién diablos le importa "el poeta"? Importa un buen texto. Cuando uno piensa en Eliot, por ejemplo, piensa en grandes textos; el nombre está asociado a textos excelentes, no son textos asociados a un nombre, y por eso son excelentes. Vallejo tiene muchas cosas malas, pero ¿a quién le importa? Lo bueno es suficiente, y más, para leer y releer durante toda una vida.
Hay otro aspecto bien importante: el orgullo por el trabajo propio y el respeto al trabajo ajeno, que en la misma lógica de espejos se convierte en respeto por el trabajo propio y orgullo por el ajeno, un paso difícil para más de un ego no muy bien sustentado. Como se trata de apuestas radicalmente diferentes, no hay nada que un poeta pueda envidiarle a otro, y no hay modo de establecer parámetros cualitativos, ni siquiera cuantitativos. Por ejemplo, Roger ha escrito diez poemas en dos años (además de uno largotote en el que lleva casi un año). Son cosas de veinte o treinta sílabas por verso, de veinte a cuarenta versos. Armar cada texto, y que tenga la sonoridad que tiene, es complicadísimo. Nathaly escribe cosas pequeñitas, de tres o cuatro o cinco versos; cada una le puede llevar tres o cuatro semanas, lo mismo que le lleva a Tere Andrade hacer poemas cinco veces más largos. El poemario de Nathaly, recién terminado, se llevó tres años y medio, y en extensión equivale a un par de poemas de Roger. Herberth Cea tiene un problema serio: como setenta poemas de los cuales debe armar un poemario, y cerca de la mitad es redundante, innecesario o necesita pulirse o reestructurarse. Y no porque yo lo diga, sino porque él así lo ha declarado y decidido; según yo, hace seis meses debía estar listo. Alberto Quiñónez hace meses que no presenta un texto nuevo: está terminando su poemario y quiere presentar una propuesta en firme. Vilma tiene un corte de verso rarísimo, altamente efectivo; se llevó año y medio en armar su poemario. Y así. Todos hemos seguido el avance de todos, a veces verso por verso, a veces con largas discusiones por una letra de más o por una palabra que rompe un poco el ritmo. Y en cada comentario está explícito algo: esto va para mí también.
También están claras otras dos cosas: en el arte hay jerarquías naturales, y esas jerarquías las establece el trabajo y sus resultados. Se dan paradojas interesantes: hasta hace unas semanas, la "hermana mayor", la veterana en activo, era Nathaly, con 18 años de edad; antes eran Krisma, en ese momento con 24, y Tere, que ahora tiene 22. Si se toma en cuenta que hay gente en el taller de más de 30 años, el asunto resulta interesante. Como "las mayores" ya salieron (Vilma dejó el taller a los 23), ahora el veterano, el hermano mayor, es Roger, de 25. Y eso tampoco es decisión mía: es así, simplemente. La propia dinámica de trabajo ha llevado a eso.
Y hay otro principio que --me perdonarán-- sí establecí yo: en La Casa todos somos lo mismo; nada más estamos en diferentes etapas del proceso. Krisma --la "mayor" de los talleristas-- es la punta de lanza; los demás en algún momento seguirán el mismo camino, o quizá uno mejor. Tiempo y trabajo.
No he explicado lo del "orgullo". No es que uno crea que el texto que apenas se terminó sea lo mejor del mundo, sino que "eso" es lo más que puede dar hasta ese momento, y seguro que ha llevado semanas o meses de trabajo estricto. ¿Cómo no sentirse orgulloso de algo que ha costado tanto? Igual en la siguiente revisión el texto es desechado, pero tampoco es importante: el aprendizaje al que lleva un texto fallido es equivalente al que da un texto que se ha logrado que funcione. (Ahora estoy en una disyuntiva con una novela que terminé hace tres años: ¿reestructuro algunos personajes o la desecho? Me llevó un año completo, y hasta hace poco era de mis favoritas. Ya veré en qué para.)
Una costumbre que a muchos incomoda es que, cuando alguien llega al taller de La Casa como visita, se le pide que nuestre algo de su trabajo, si es que se dedica a escribir. (Los hay que a veces llegan nada más a ver y a oír, e igual son respetados y bien recibidos.) El motivo es sencillo: uno puede saber con quién habla. En general se crea un ambiente muy relajado. En un par de ocasiones han llegado poetas de los que se quieren a sí mismos un poco más de lo que merecerían, y se ponen bien agresivos o a dar lecciones a veces un tanto... uh... superadas, desencaminadas o que sólo demuestran que ellos son lo mejor que le ha pasado al país. Un par de poemas de cada uno y las cosas quedan donde deben estar: todos somos lo mismo, y el hecho de que estemos en diferentes etapas del proceso tiene muchos sentidos. Y allí hay otro principio fundamental: uno podrá decir lo que quiera, presumir de lo que sea, hablar en el tono que se le pegue la gana, pero lo único que lo valida es su obra. Y no se habla de calidad, porque ésa se mejora si uno tiene ganas, sino de cómo se toma algo tan importante como para dedicarle la vida.
En la nota de LPG, María Poumier hace otra reflexión:
...[hay] un florecimiento de talentos un poco confuso, sobreabundante, pero es muy buena señal de vitalidad de la reflexión. Para mí, la poesía sigue siendo un laboratorio del pensamiento, no solamente un jardín de las delicias verbales.
No veo muy bien la confusión en el "florecimiento" de los talentos, ni veo sobreabundancia. Nada más ocurre algo lógico después de una guerra con el carácter de la que tuvimos por aquí: se ha horizontalizado --relativamente, ejem-- la estructura social en el país. En general los poetas tienden a aparecer o desarrollarse en la clase media-media, y un poco de allí para arriba; hay muy poca gente allí en relación con el resto de la población. La mayor parte de la gente de La Casa viene de clase media-baja, y para abajo. Krisma ya contó en su blog que su padre era obrero, mecánico tornero para no ir más lejos. Y esto no lo cuenta ella, pero es cierto: en una época su papá se dedicó a la mecánica automotriz, y adivinen quién era su ayudante...
Roger Guzmán, obrero él mismo, trabajaba cortando pasto en los taludes de MOLSA, ocho horas diarias; ahora es jefe de meseros en el Colegio Médico, y antes estuvo de bodeguero en Adoc y antes en una fábrica de bebidas gaseosas. Vilma trabaja en un call center y le va muy bien. Y así. No es que haya sobreabundancia: es que hay otros sectores que están participando en fenómenos en los que antes no tenían cabida. Y el proleteriado es ancho, largo y profundo, cómo no. Y en el resto de la cita de María Poumier estoy de acuerdo; lo veo todos los fines de semana, y lo veo crecer, y me encanta estar presente y ser parte de eso.
Antes de iniciar el V Festival Internacional de Poesía, Paulina Aguilar, Nick Mahomar y yo dimos una entrevista que creí que iba a armar un revuelo como el de todos los años. Ella dijo que el taller de La Casa era de lo mejor que había en el país; yo, que era el único centro de formación profesional de escritores en el país (y me atrevo a decir que en Centroamérica). Junto con eso, se anunció que de 17 salvadoreños que participarían en el Festival (al final fueron 15), 10 eran de La Casa. Aún sigo esperando las reacciones adversas, los reclamos, las críticas que no faltan. Viniendo de un medio tan complicado, tiene un sentido: la obra habla. Y para tener buena obra no es necesario un ego incontenible; hace falta más bien un ego bien trabajado, y la duda constante, y la confrontación con "el otro" y, sobre todo, el gusto por la escritura.

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¡Que no! ¡Que no me las estoy dando de humilde! No lo soy, y me ofendería que me consideraran eso o algo peor. Pero mi vanidad va por otro lado, no por el de la literatura; ése es mi oficio, nada más. No, tampoco voy a decir lo que me envanece. Después de dos años de este blog, debería ser público y notorio.

5 comentarios:

bonampak dijo...

Valgame,caray pues que esto de el arte como entretiene,yo pues como de
poesia se tanto como de violin,nada
en su ejucucion,algo de las partes
que lo componen,medianamente conoz
co algun interprete o compositor
(Paganini no falla),lo que si se
a cabalidad(eso espero)saber y siempre aprender mas es quien me gusta y quien no y ahi estamos en el mismo punto y saber con la poseia.
Ud los poetas sabran de sus tecnicas y "truqillos" , uno que
ahi como que medio merodea por sus parcelas las oye pero quizas no co-
mo la situacion como donde he andado de necio estos ultimos años que es la pintura donde:Piroxilina
de celulosa parcialmente nitrada con resina epoxica catalizada y cristales con accesorios sobre conglomerado mixto.Es el nombre
mas que "vayunco" para decir :Pin
tura hecha con un barniz (que cuesta un mundo manejarlo)y pedazos de vidrio pegados con goma que venia en dos botecitos en un pedazo de bagazos de caña.Creo que hay
aspectos que si son mas que interesante conocer en todo proceso
artistico pero concierne a muchos
el involucrar conceptos que le son
mas que apantalladores? pues el que
ve o sea al publico que rayos le puede llegar a importar si lo puege
con baba de perico el ve el resultado y por mas que le haya hechado polvo de oro capaz si no le digo ni lo vuelve a ver.Digo esto porque me pareceria algo que en
pintura deberia ser mas sencillo,y
veo en la poesia que tambien
muchas veces buscan en lo rebuscado de sus componentes la licencia de
acceso ,se que habran elementos compositivos o tecnicas,harto difi
cil y que solo su manejo merece cierto respeto,pero asegurara esto
la vida de la obra,sera suficiente
como al faraon "enterrarla" con tesoros y esperar que resucite.he seguido el desarrollo de la discusion me ha llamado la atencion los problemas comunes,las opiniones de los amigos sobre el arte,la suya,pero de lo que mas he
de recordarme es que para gustos los colores y que de poetas y locos todos tenemos un poco.
Gracias .

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Uhm...
Hay algo cierto: si uno se dedica a algo, debe por lo menos saber por qué, y por supuesto manejar los conceptos técnicos del oficio. Es más fácil comunicarse entre gente que se dedica a lo mismo.
La idea general es que un poeta es básicamente un bueno para nada que escribe bonito (o muy mal, pero al parecer eso a veces no es importante). Es una idea, por desgracia, muy frecuente entre la gente de mi generación; por eso es difícil hallar poetas buenos más o menos de mi edad. Un cirujano no puede decir "pásame esa cuchillita, no, la de al lado, y por favor usa la tenacita de la izquierda para que la herida no se cierte". Es más o menos lo mismo, y la diferencia entre la poesía y la medicina es la cantidad de gente que mata... o salva.
Y de verdad no soy poeta: soy novelista. Tiene también sus propias cosas y su propia terminología, con piroxilinas y cristalitos.
Sé que saber eso (y más) no garantiza que alguien escriba bien, nomás da un cierto orden y una claridad de ideas. Ora sí que el que no trae, nomás no trae. Pero la técnica puede potenciar lo que se trae, y servir como soporte para cosas que sin técnica no pueden escribirse, punto. Cualquier duda leer Altazor, de Vicente Huidobro, o The Waste Land, de T.S. Eliot.

bonampak dijo...

En total acuerdo con lo de el lenguaje tecnico,pues los salvadoreños tenemos la mala y pesima costumbre de las palabras comodin como bolado y chunche,cada cosa por su nombre.Pero mire hay cada quien que cuando llega uno a leer la ficha tecnica como cualquiera entendemos que para cues
tiones de apreciacion es bueno describir la tecnica con terminos accesibles, pero algunos como que tratan de nockear
al fualano con :esta tecnica solo es posible cada 7 años y bajo el agua ah! y que no le deba a nadie.
claro uno se queda !?? ,ahora estan los simbioticos que la mitad de el cuadro tiene que estar con una explicacion filosofica-ontologica de las razones del pleito de gatos que observa y el tipo: es la estrella de Belen de hoy ,todos a seguirlo.La obra habla por si sola.
Como decia en poesia creo que habra
quien trate de recurrir a el mismo
truco,muy medidada,cuidado el lenguaje,el corte de verso(algo se
se nos queda,no crean aprende uno)la sonoridad,la metrica,pero vacia,sin imagenes ,sin poesia eso tan peculiar que me cautiva y me
transporta sea verso libre o no.
Cuestion de sensibilidad creo yo Y ya lo dijieron "El perico donde quiera es verde,no se destiñe y eso que caga verde"El que trae como dicen
ya con tecnica y orden solo es
cuestion de tiempo.
Gracias y a todos los
amigos pero crei validas las analogias pues me parecio algo
que tiene mucha utilidad: el auto
juicio si nosotros somo severos y
analitico y nos despojamos de toda
pretension,ni los bromistas sabran
engañarnos cambiandonos elFinlandia
por Muñeco pue sabremos apreciar lo
malo aun estando en un envase elegante y bonito (Prosaica y estupida como diria mi papa ,pero altamente ilustrativa la comparacion),hay que ser jueces que
nos ayuden a escoger la obra propia y ajena que nos ayude,a formar el maximo y mas preciado de los tesores de un artista: un estilo propio.

Denise Phé-Funchal dijo...

Ahhh, me recordaste la pérdida de miedo de criticar lo que uno escribe, lo que otros escriben y sobre todo lo rico que se siente decir, me vale gorrro, podrá ser famoso, pero su texto no me gusta, no se sostiene por sí mismo.... nos esntrenaste el diablo y eso, eso es una enorme regalo. Gracias!

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Bonampak: En lo último que dices, hay otro reto al ego: ¿qué tienes que decir que sólo tú puedas decir, de un modo en que sólo tú, y nadie más, pueda decirlo? No se trata ya sólo de que "la poesía está en todas partes". La poesía está en la poesía, y los materiales están dentro de ti mismo. La pregunta es: ¿quién eres tú? ¿Cómo expresas "eso"? Allí es donde la técnica es fundamental: para hacer la poesía que está "en todas partes" sólo necesitas escribir; para escribirte tú requieres de una codificación complejísima, así se trate de un poema sencillito como éste de Vilma Osorio:

Ocho septiembres han rozado mis mejillas
y tu presencia se desvanece.
Sobre mi hombro, una mano ligera.
Te busco y allí estás,
a tres metros de extrañarte.

O este de Nathaly Castillo Menjívar:

Babilonia la gramde,
sentada al borde del olvido,
contempla el mundo,
el escenario de la noche.
Judith está tocando el arpa.

Los puedes oír en los videos que puse por allí.
La técnica y el control que se necesita para algo así son inmensos. Igual la conciencia de lo que se está haciendo. Ambos, con todo lo diferentes y lo pequeñitos que son, me parecen grandes poemas, y me consta que se llevaron meses de trabajo y de revisiones y de lo que sea. Nathaly guarda un montón de versiones, hasta que llegó a ésa. Y viene el otro precepto duro: la poesía y los sentimientos no tienen nada que ver. Igual los sentimientos pueden expresarse muy bien a través de la poesía, pero ni de cerca son lo mismo. Hasta allí la dejo.

Denise: ¡Sí! ¡Pinche diablo! No miente.