Más de El Salvador en España y antología de 45 poetas
El diario de hoy publicó una pequeña nota anunciando que en España acaba de publicarse un número de la revista Cuadernos hispanoamericanos dedicada a la cultura en El Salvador. El índice completo puede encontrarse aquí.
Un par de veces, al parecer, se pospuso la publicación del número. Hace poco menos de dos años me llamó Carlos Cañas Dinarte (¡todavía no me "autoexcluía" de su Diccionario de autores y autoras!, es decir: yo todavía era escritor), me dijo del proyecto y con gusto (¡yo todavía lo respetaba y hasta lo quería!) armé una nota acerca de la narrativa contemporánea salvadoreña. Se anunció la publicación para mediados del año pasado, luego creo que para prinipios de éste y, en fin, ya salió.
Me parece muy importante la aparición de la revista, y mucho habrá en ella que pueda rescatarse. Sin embargo, el panorama de la literatura se ha redefinido de manera interesante desde que nos pidieron los artículos, en especial en lo referente a España, por ejemplo con los premios de poesía que en un año se ganaron Krisma Mancía y Jorge Galán, la anología Trilces trópicos y algunas publicaciones en Cataluña; de La Casa del Escritor, por El Salvador, publicaron Teresa Andrade y Krisma; por Guatemala, Denise Phé Funchal, traducidas al catalán y todo por Joan Navarro. (Hubo algunas publicaciones de gente de La Casa también en Argentina, Perú y no recuerdo dónde más.) En narrativa, desde entonces, Carmen González Huguet ha dado a conocer dos novelas, y el propio Galán ha entrado de lleno en el género. (En aquel entonces tenía una sola novela escrita, aún en corrección, y otra en proceso de escritura. Ahora ya son cuatro, más el premio de cuento para niños.) Claudia Hernández no había publicado Olvida uno, que me parece fundamental para las letras salvadoreñas. Horacio Castellanos Moya está consolidando su carrera en España, Francia y Alemania. Y, no, en mi artículo no aparece una sola de mis novelas, porque no me iba a poner a hablar de mí mismo.
La otra buena noticia es que nos van a dar unos euros por la publicación. No demasiados, pero el fin de año siempre es mortal para las finanzas, y tengo que terminar de pagar mi Vaio verde.
Anteayer me dieron una copia de la antología de poetas salvadoreños en la que estuve trabajando hace unas semanas. Se anunciará su aparición en los próximos días (hoy o mañana, lo más probable). Quedó bien, y adelanto un poco de qué se trata.
Es el número 2 de la colección Sólo la voz, que está lanzando de a poco la revista Cultura y La Casa del Escritor. Un disco compacto, con las voces de 45 poetas salvadoreños nacidos entre 1899 (Claudia Lars) y 1988 (Nathaly Castillo Menjívar, que en serio no es mi pariente). Hubo un error y se puso que el menor de los poetas había nacido en 1987, pero no; los de ese año son Alberto Quiñónez y Herberth Cea, Nathaly es menor.
No son todos los que están ni están todos los que deberían ser, pero como siempre es imposible y ya vendrán las correspondientes protestas, como las que genera cualquier antología desde que éstas se inventaron.
Para empezar, había que atenerse en gran medida a los materiales que se tenía. Por ejemplo, de cierto periodo y de ciertos poetas había que conformarse con lo que hubiera registrado o se pudiera registrar: de Claudia Lars, Quino Caso, Pedro Geoffroy, Hugo Lindo y Oswaldo Escobar Velado hay cosas, y se consiguió de Claribel Alegría, pero no de otros de la época. Otros que debían ir no fue posible incluirlos, por ejemplo David Escobar Galindo: en los días en que se hacía lo de las grabaciones que faltaban estuvo muy ocupado y salió de viaje y en fin. A otros, según entiendo, se les llamó para pedirles permiso y no se les localizó, no correspondieron a las llamadas o no respondieron a los mails, y así no, porque luego vienen los problemas. En otros casos hubo decisiones editoriales, en las que no participé; mi trabajo era armar el disco. Ofrecí las grabaciones que tenía, me proporcionaron otras (algunas con mucho ruido, hay que decirlo; no las hice yo ni se hicieron con mi equipo, pero las arreglé lo más que pude) y cayó un par más.
Con todo y que mi parte fue bien técnica, me puse a hacer una revisión bien rápida de la poesía salvadoreña desde Claudia Lars hasta la fecha, y noté cosas que podrían ponerse a discusión.
Por ejemplo, la época de oro de la poesía nacional está entre los años treinta y cincuenta (quizá con extensión a los sesenta, pero de escritores ya mayores, digamos los nacidos entre 1899 y 1925); allí se alcanzaron los puntos más altos, y mencionaría El ángel y el hombre, de Claudia Lars; Sólo la voz, de Hugo Lindo; Vida, pasión y muerte del antihombre, de Pedro Geoffroy, y varias de Oswaldo Escobar Velado. Luego, se nota el cambio de rumbo en los años cincuenta-sesenta, con la gente de la Generación Comprometida, y el asunto se pone irregular, pero interesante. Están los que la apuestan a la continuidad con respecto a las generaciones anteriores (en especial a Lars), los que asumen rupturas como las de Geoffroy, los que se lanzan de lleno a buscar "una nueva poesía", pensándolo en dos términos: la poesía "comprometida" y nuevas búsquedas formales. Hay sin embargo un tropezón fuerte. Dos obras que me parecen importantes de la época son Los estados sobrenaturales, de Quijada Urías, y Los extranjeros, de Roque Dalton. (Ayer me puse a revisarlo y, con alivio, noto que sigue siendo un gran poema.)
A partir de allí, poco interesante, con algunos puntos álgidos de algunos poetas bien definidos. En mi generación --como ya lo dije antes-- veo gran aridez, también con destellos que no logran hacer un verano.
Empieza a ponerse bueno de nuevo a partir de los escritores que nacen a finales de los años sesenta y a principios de los setenta, y de allí empieza a verse cómo está preparándose un nuevo auge en la poesía, cetera is paribus, of course. Oír el disco de principio a fin (dura poco más de una hora) es una interesante lección acerca de los avatares de la poesía nacional.
Va la lista de autores incluidos, por fecha de nacimiento (me da pereza escribir la de los que no entraron, que es mucho más larga): Claudia Lars, Quino Caso, Pedro Geoffroy Rivas, Hugo Lindo, Oswaldo Escobar Velado, Claribel Alegría, Ricardo Bogrand, Eugenio Martínez Orantes, Irma Lanzas, Mercedes Durand, Waldo Chávez Velasco, Manlio Argueta, Roque Dalton, Roberto Armijo, Ricardo Castrorrivas, José Roberto Cea, Alfonso Quijada Urías, Rolando Costa, Rolando Elías, Rafael Mendoza, Ricardo Lindo, Miguel Huezo Mixco, Mario Noel Rodríguez, Roberto Laínez, Carmen González Huguet, Aída Párraga, Luis Alvarenga, René Figueroa, Susana Reyes, Jorge Galán, William Alfaro, Carlos Clará, Alfonso Fajardo, Eleazar Rivera, Osvaldo Hernández, Krisma Mancía, Roger Guzmán, Vilma Osorio, Sandra Aguilar, Teresa Andrade, Mario Zetino, Santiago Vásquez, Alberto Quiñónez, Herberth Cea y Nathaly Castillo Menjívar.
A partir de las faltas, he estado grabando a otros poetas que quizá debían estar registrados. Para una segunda edición, versión o para otro número puede ponerse a los muchos que faltan. Si quieren, claro, porque habrá quien no.
Hace unos días puse una lista de escritores salvadoreños vivos que han publicado y obtenido premios en Europa, y me faltaron dos: Claribel Alegría (¿cómo pude?), en Francia y España, y José Roberto Cea, en España. Mil disculpas.
Un par de veces, al parecer, se pospuso la publicación del número. Hace poco menos de dos años me llamó Carlos Cañas Dinarte (¡todavía no me "autoexcluía" de su Diccionario de autores y autoras!, es decir: yo todavía era escritor), me dijo del proyecto y con gusto (¡yo todavía lo respetaba y hasta lo quería!) armé una nota acerca de la narrativa contemporánea salvadoreña. Se anunció la publicación para mediados del año pasado, luego creo que para prinipios de éste y, en fin, ya salió.
Me parece muy importante la aparición de la revista, y mucho habrá en ella que pueda rescatarse. Sin embargo, el panorama de la literatura se ha redefinido de manera interesante desde que nos pidieron los artículos, en especial en lo referente a España, por ejemplo con los premios de poesía que en un año se ganaron Krisma Mancía y Jorge Galán, la anología Trilces trópicos y algunas publicaciones en Cataluña; de La Casa del Escritor, por El Salvador, publicaron Teresa Andrade y Krisma; por Guatemala, Denise Phé Funchal, traducidas al catalán y todo por Joan Navarro. (Hubo algunas publicaciones de gente de La Casa también en Argentina, Perú y no recuerdo dónde más.) En narrativa, desde entonces, Carmen González Huguet ha dado a conocer dos novelas, y el propio Galán ha entrado de lleno en el género. (En aquel entonces tenía una sola novela escrita, aún en corrección, y otra en proceso de escritura. Ahora ya son cuatro, más el premio de cuento para niños.) Claudia Hernández no había publicado Olvida uno, que me parece fundamental para las letras salvadoreñas. Horacio Castellanos Moya está consolidando su carrera en España, Francia y Alemania. Y, no, en mi artículo no aparece una sola de mis novelas, porque no me iba a poner a hablar de mí mismo.
La otra buena noticia es que nos van a dar unos euros por la publicación. No demasiados, pero el fin de año siempre es mortal para las finanzas, y tengo que terminar de pagar mi Vaio verde.
* * *
Anteayer me dieron una copia de la antología de poetas salvadoreños en la que estuve trabajando hace unas semanas. Se anunciará su aparición en los próximos días (hoy o mañana, lo más probable). Quedó bien, y adelanto un poco de qué se trata.
Es el número 2 de la colección Sólo la voz, que está lanzando de a poco la revista Cultura y La Casa del Escritor. Un disco compacto, con las voces de 45 poetas salvadoreños nacidos entre 1899 (Claudia Lars) y 1988 (Nathaly Castillo Menjívar, que en serio no es mi pariente). Hubo un error y se puso que el menor de los poetas había nacido en 1987, pero no; los de ese año son Alberto Quiñónez y Herberth Cea, Nathaly es menor.
No son todos los que están ni están todos los que deberían ser, pero como siempre es imposible y ya vendrán las correspondientes protestas, como las que genera cualquier antología desde que éstas se inventaron.
Para empezar, había que atenerse en gran medida a los materiales que se tenía. Por ejemplo, de cierto periodo y de ciertos poetas había que conformarse con lo que hubiera registrado o se pudiera registrar: de Claudia Lars, Quino Caso, Pedro Geoffroy, Hugo Lindo y Oswaldo Escobar Velado hay cosas, y se consiguió de Claribel Alegría, pero no de otros de la época. Otros que debían ir no fue posible incluirlos, por ejemplo David Escobar Galindo: en los días en que se hacía lo de las grabaciones que faltaban estuvo muy ocupado y salió de viaje y en fin. A otros, según entiendo, se les llamó para pedirles permiso y no se les localizó, no correspondieron a las llamadas o no respondieron a los mails, y así no, porque luego vienen los problemas. En otros casos hubo decisiones editoriales, en las que no participé; mi trabajo era armar el disco. Ofrecí las grabaciones que tenía, me proporcionaron otras (algunas con mucho ruido, hay que decirlo; no las hice yo ni se hicieron con mi equipo, pero las arreglé lo más que pude) y cayó un par más.
Con todo y que mi parte fue bien técnica, me puse a hacer una revisión bien rápida de la poesía salvadoreña desde Claudia Lars hasta la fecha, y noté cosas que podrían ponerse a discusión.
Por ejemplo, la época de oro de la poesía nacional está entre los años treinta y cincuenta (quizá con extensión a los sesenta, pero de escritores ya mayores, digamos los nacidos entre 1899 y 1925); allí se alcanzaron los puntos más altos, y mencionaría El ángel y el hombre, de Claudia Lars; Sólo la voz, de Hugo Lindo; Vida, pasión y muerte del antihombre, de Pedro Geoffroy, y varias de Oswaldo Escobar Velado. Luego, se nota el cambio de rumbo en los años cincuenta-sesenta, con la gente de la Generación Comprometida, y el asunto se pone irregular, pero interesante. Están los que la apuestan a la continuidad con respecto a las generaciones anteriores (en especial a Lars), los que asumen rupturas como las de Geoffroy, los que se lanzan de lleno a buscar "una nueva poesía", pensándolo en dos términos: la poesía "comprometida" y nuevas búsquedas formales. Hay sin embargo un tropezón fuerte. Dos obras que me parecen importantes de la época son Los estados sobrenaturales, de Quijada Urías, y Los extranjeros, de Roque Dalton. (Ayer me puse a revisarlo y, con alivio, noto que sigue siendo un gran poema.)
A partir de allí, poco interesante, con algunos puntos álgidos de algunos poetas bien definidos. En mi generación --como ya lo dije antes-- veo gran aridez, también con destellos que no logran hacer un verano.
Empieza a ponerse bueno de nuevo a partir de los escritores que nacen a finales de los años sesenta y a principios de los setenta, y de allí empieza a verse cómo está preparándose un nuevo auge en la poesía, cetera is paribus, of course. Oír el disco de principio a fin (dura poco más de una hora) es una interesante lección acerca de los avatares de la poesía nacional.
Va la lista de autores incluidos, por fecha de nacimiento (me da pereza escribir la de los que no entraron, que es mucho más larga): Claudia Lars, Quino Caso, Pedro Geoffroy Rivas, Hugo Lindo, Oswaldo Escobar Velado, Claribel Alegría, Ricardo Bogrand, Eugenio Martínez Orantes, Irma Lanzas, Mercedes Durand, Waldo Chávez Velasco, Manlio Argueta, Roque Dalton, Roberto Armijo, Ricardo Castrorrivas, José Roberto Cea, Alfonso Quijada Urías, Rolando Costa, Rolando Elías, Rafael Mendoza, Ricardo Lindo, Miguel Huezo Mixco, Mario Noel Rodríguez, Roberto Laínez, Carmen González Huguet, Aída Párraga, Luis Alvarenga, René Figueroa, Susana Reyes, Jorge Galán, William Alfaro, Carlos Clará, Alfonso Fajardo, Eleazar Rivera, Osvaldo Hernández, Krisma Mancía, Roger Guzmán, Vilma Osorio, Sandra Aguilar, Teresa Andrade, Mario Zetino, Santiago Vásquez, Alberto Quiñónez, Herberth Cea y Nathaly Castillo Menjívar.
A partir de las faltas, he estado grabando a otros poetas que quizá debían estar registrados. Para una segunda edición, versión o para otro número puede ponerse a los muchos que faltan. Si quieren, claro, porque habrá quien no.
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Hace unos días puse una lista de escritores salvadoreños vivos que han publicado y obtenido premios en Europa, y me faltaron dos: Claribel Alegría (¿cómo pude?), en Francia y España, y José Roberto Cea, en España. Mil disculpas.
3 comentarios:
Solo es de ver como tenemos a los viejos?, es la efervesencia de los "premios" la novedad de la venta, le soy sincero es lo mas absurdo premiar algo subjetivo,los concursos son lo mas ruin y perfido que hubiuera existido? en pintura se premia la coveniencia galeristica(imaginen a roberto huezo de jurado)=igual dinero tengo que revalidar mi obra ,por academicistas, cuando hipocritamente me lucro de
su "sui generis" que si
bien posee carecteristicas notables
,yo la ataco con mi propuesta si nos ponemos estrictos salen mas muertos que golpeados,con todos mis respetos y disculpas un premio no es absolutamente que un concenso comercial no una consagrasacion.
SAludos y Gracias
Bonanpak: Toy decuerdo de que un premio no es una consagración. La obra es la que predomina en la eternidad, lo que vale recordar, es la que abla de lo qué es el artista. Como hacemos al admirar a un cuadro de Miguel Ángel, como hacemos al leer a Homero o Claudia Lars, etc. a pesar de que en vida los artista fueron acusados de las coasa más ruines y detestables.
en buena hora los salvadoreños estamos pasando a la vida eterna.
Saludos,
Bonampak:Los concursos no están mal, excepto cuando se los usa como arma de presión o algo así. En El Salvador esto no es frecuente; lo fregado es que los jurados no siempre son de lo más idóneos. Además, uno se puede ganar una lana; creo que ése es el mejor motivo para entrarle.
En el caso de Jorge, el premio Adonais no tiene dinero en efectivo. Allí más bien es un torneo, una justa, y me parece excelente que Jorge haya ganado; al menos sabemos que no se lo dieron por palanca, sino por calidad. Es un modo de confirmarse como poeta, después del bautizo de Nueva Palabra. Algo parecido con Krisma, que también publicó en NP: del primer poemario se dirá lo que se quiera, pero el segundo confirma o mata. En el caso de ambos, me parece que confirma.
Yo tengo algunos también, y me sirvieron para comprar cosas que necesitaba. A veces se ven bien en el currículum, pero confiarse de ellos es peligroso, si no es que ingenuo o tonto.
Anónimo: Viene un auge bien serio de la poesía en El Salvador, y espero que de otras disciplinas literarias. Hay gente muy joven que ya esrá dando sustos. Y no creo que sean los premios los que los vayan a hacer escritores, ni los recitales ni los viajes ni todo eso que está bien, pero no es literatura. Es en el papel donde está la apuesta.
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