3 de diciembre de 2006

Nathaly

Hasta hace un par de meses, cuando salió del taller luego de terminar su poemario, a Nathaly Castillo Menjívar le tocó cumplir con dos papeles paradójicos: ser la bebé y a la vez la veterana de los poetas.
A sus dieciocho años --cumplirá 19 en febrero--, y aunque parezca una de esas exageraciones que acostumbran algunos escritores, tiene cerca de diez años escribiendo, y su obra es de una madurez sorprendente, como ella misma es terriblemente madura.
Comenzó con la literatura a los ocho años, bajo el plumaje --o el plumerío, como él quizá diría-- del cuentista y dramaturgo Álvaro Menen Desleal (1931-2000). Vivía justo frente a su casa, en la colonia El Pinar, en Los Planes de Renderos. Por las tardes, Nathaly llegaba a casa de Álvaro, éste la hacía escribir un cuento después de pláticar un rato y luego se lo calificaba como si fuera una tarea escolar. Así hasta la muerte del escritor.
Tres años después, la viuda de Álvaro, Cecilia Salaverría, necesitaba rentar la casa de Álvaro, y Krisma y yo necesitábamos un lugar para vivir en Los Planes, porque se iba a fundar La Casa del Escritor, así que llegamos a un acuerdo con el precio y nos mudamos para allá durante un año. (No, no vivimos allí desde hace mucho. De casa de Álvaro nos pasamos a la colonia Los Ángeles, junto a la gasolinera, y desde hace un año vivimos en Casa de Piedra. Los-de-siempre están bastante mal informados.)
Una mañana apareció Nathaly, a quien no conocíamos, porque le dijeron que éramos escritores. Ella estaba en un concurso de oratoria, y quería que le dijéramos cómo declamar uno de sus poemas para ganar la final, que sería al día siguiente. Ni Krisma ni yo sabemos de oratoria, pero en los poemas de Nathaly vimos cosas buenas para una niña con quince años recién cumplidos. Krisma le ayudó un poco con la emisión de voz y con un par de trucos de teatro, que la ayudaron a quedar empatada con la otra concursante. Lo importante es que se quedó todo el día en casa hablando de poesía, oyendo poesía (lloró al oír a Claudia Lars recitando) y dijo que llevaría más trabajos. Los llevó en cuadernos de niña, con calcomanías, dibujitos, corazones y todo.
Los llevó. Hubo un par de meses de trabajo intenso, y éste es uno de sus primeros resultados:

Cada noche escucho un aullido:
es un lobo que tiene miedo
al presentir la luz del silencio.

Cuando amanece,
cesa el llanto del lobo

Y así sucesivamente, hasta que armó un poemario lleno de joyas que le estallan a uno en la frente.
Algo, sin embargo, perdió al dedicarse a la poesía: los aspirantes a novios que le mandaban cartitas de amor y poemas de lo mismo, con faltas de sintaxis, mal ritmo y problemas de ortografía. Más de uno quedó tirado en el intento.

De izquierda a derecha, René Figueroa, Nathaly, yo y Johanna Marroquín.


El año pasado Nathaly presentó una solicitud para estudiar medicina en Cuba, y fue aprobada (Sus calificaciones son excelentes. La condición de sus papás para dejarla ir a La Casa fue que debía sacar por lo menos nueve de calificación. Y lo logró.) Le dijeron que apenas terminara el bachillerato viajaría a la isla, pero ya se sabe cómo son esas cosas, así que empezó a estudiar en la UES por aquello de que más vale pájaro en mano.
A mediados de año le avisaron que salía un par de días después... y se enfermó Fidel Castro. El viaje quedó aplazado. Aun así, en agosto le dijeron que saldría un lunes, y el domingo le hicimos una despedida en La Casa, en la cual tomamos la foto que se ve allá arriba.
A punto de salir, ya con las maletas hechas, volvieron a suspender el viaje, y así varias veces. Tanto pasó que estuvo a punto de renunciar a la beca, pero la convencimos de que no.
Ayer, por fin, a las siete de la noche, Nathaly viajó a Guatemala, y hoy saldrá a Cuba, concretamente a Santiago, donde está su escuela. Estamos tristes, pero nos da gusto que esté buscando su destino, que no se haya quedado simplemente a esperarlo.

2 comentarios:

Aldebarán dijo...

Luego de lo que cuentas alguien podría pensar Claro, si por eso es buena poeta la muchacha, la educó el Maestro Menen Desleal, Rafael no hizo más que aprovecharse de la aptitud y del trabajo de ella, pero ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría eso? ;-)

Otra cosa, en los pies de fotos no se pone yo, así con minúscula. Se pone YO o EL ESCRITOR. Que la humildad se te salga de vez en cuando molesta mucho.

Ando con sobrecarga de ironía. ¿Se nota?

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Pues la dejó bastante avanzadita Álvaro... Y en realidad son méritos de ella. La bicha se mata escribiendo. De insano juicio (o franca envidia) sería decir que no sabe escribir...
Intenté ponel ÉL, y también con el NOSOTROS mayestático, pero no quería que se me notara el increíble respeto, verenación y hasta temor que siento por mí mismo. Hay límites, pues, sobre todo cuando uno escribe con su propio nombre.
Sólo por lo irónico, vas a tener que comprar 30 ejemplares el miércoles. Ya dije.