Sonny Boy et al
Aunque hay muchos autores y músicos de blues, para mí hay dos que son el blues en su grado más puro: John Lee Hooker y Sonny Boy Williamson.
En el caso del primero resulta claro que no canta demasiado bien, que no toca la guitarra más que lo suficiente para acompañarse, que sus piezas son literalmente monótonas. (Aquí hay unas piezas suyas en mp3.) Pero basta con que haga cualquier sonido para que uno sienta escalofríos y diga: "Sí, eso es el blues." Hay una pieza, "Moanin' the Blues", que es una genialidad: durante más de tres minutos, Hooker se la pasa haciendo sonidos con la garganta, murmurando una melodía y no mucho más, y uno siente que ése es el universo y la música y todo, y que más allá de esos tres minutos no hay nada, por lo menos hasta que el disco pasa al siguiente track.
Sonny Boy es el gran virtuoso de la armónica de blues, al menos del blues más "urbano"; hay otro, Sonny Terry, que es de lo mejor del llamado blues folk, quien casi siempre toca (o tocaba, si uno toma en cuenta que murió en 1986) en compañía de Brownie McGhee, uno de mis favoritos. (Sonny Terry era clínicamente ciego, y empezó su carrera con otro ciego, Blind Boy Fuller. Aquí hay una pieza con McGhee, para que tengan una idea de cómo se las gastaba.) Sonny Boy es una figura absolutamente sombría, con una voz no muy agradable, pero lo mismo que Hooker: uno oye la primera nota de su armónica, la primera palabra que canta, y sabe que "eso" y no otra cosa es el blues.
El caso es que mi amigo L.A. me mandó un video de Sonny Boy que está en YouTube, y me dijo algo que me emocionó: que aún conserva un cassette suyo que le regalé, seguramente la última vez que nos vimos. Eso habrá sido, si no me equivoco, entre 1988 y 1989, una vez que fue de visita a México desde Canadá. Debe ser el disco que grabó en Inglaterra con Los Animales, en 1963, en el Club A Go Go (¡qué maravilla de nombre!; ya muy pocos deben recordar lo que es "el A Go Go"), o el que grabó con The Yardbirds un año más tarde, es decir uno antes de su muerte. O ambos, uno de cada lado.
Me emocioné por el hecho de que tuviera algo que ya casi no debe oírse bien, si conozco su compulsión por la música (más fuerte incluso que la mía, y la mía ya es grave), y en honor a él me puse a ver otros videos de Sonny Boy, como el de "Your Funeral and my Trial", que no tiene desperdicio, y mi canción favorita de él, "Nine Below Zero", un blues de lo más rudo y crudo.
Ya en plan ocioso, y más bien por libre asociación de ideas, me puse a buscar en YouTube canciones que me gustan, y que no tienen mucho que ver con los blueseros en cuestión. Aquí van varias:
The Boys are Back in Town, con Thin Lizzy. El líder de la banda, Phil Lynott (una extraña mezcla de irlandés con brasileño), es uno de mis vocalistas favoritos de todos los tiempos. Murió joven, de muerte natural para el medio rockero: una sobredosis. De Thin Lizzy me gusta sólo un disco, Jailbreak, donde viene la canción en cuestión. Antes no habían llegado hasta allí, y en el siguiente, Renegade, Lynott se metió en un rollo más metálico, que no le hacía justicia.
The Cowboy Song, también de Thin Lizzy. El video es espantoso, pero la versión musical me gusta; hay una en vivo en el que se pierde mucho del encanto.
Holiday, con Nazareth. La banda no me cae mal, pero tampoco me emociona demasiado, excepto con esa canción.
500 Miles, con Peter, Paul and Mary, ya en plan fresa. Era una canción que oía en México, a veces obsesivamente, en los momentos en que me entraba la nostalgia patria. Ernesto Richter, quien ya cumplió un año de haber muerto, me contaba que cuando estudiaba en Estados Unidos había compañeros que armaban sesiones de suspiros, llanto y cervezas con esa canción: chavos de Iowa o de donde fuera que estudiaban en Nueva York o donde haya estudiado Ernesto. Si viviendo a un tren o un Greyhound de distancia los chavos se ponían mal, él --a la vez lejos de Alemania y El Salvador, sus patrias-- no era para nada inmune a la canción.
San Francisco Nights, con Eric Burdon y Los Animales, otra de mis favoritas de todos los tiempos. (Volvemos a Sonny Boy y el blues.) El corte del video es espantosamente brusco, pero vale la pena oír el pedazo que está bien.
En el caso del primero resulta claro que no canta demasiado bien, que no toca la guitarra más que lo suficiente para acompañarse, que sus piezas son literalmente monótonas. (Aquí hay unas piezas suyas en mp3.) Pero basta con que haga cualquier sonido para que uno sienta escalofríos y diga: "Sí, eso es el blues." Hay una pieza, "Moanin' the Blues", que es una genialidad: durante más de tres minutos, Hooker se la pasa haciendo sonidos con la garganta, murmurando una melodía y no mucho más, y uno siente que ése es el universo y la música y todo, y que más allá de esos tres minutos no hay nada, por lo menos hasta que el disco pasa al siguiente track.
Sonny Boy es el gran virtuoso de la armónica de blues, al menos del blues más "urbano"; hay otro, Sonny Terry, que es de lo mejor del llamado blues folk, quien casi siempre toca (o tocaba, si uno toma en cuenta que murió en 1986) en compañía de Brownie McGhee, uno de mis favoritos. (Sonny Terry era clínicamente ciego, y empezó su carrera con otro ciego, Blind Boy Fuller. Aquí hay una pieza con McGhee, para que tengan una idea de cómo se las gastaba.) Sonny Boy es una figura absolutamente sombría, con una voz no muy agradable, pero lo mismo que Hooker: uno oye la primera nota de su armónica, la primera palabra que canta, y sabe que "eso" y no otra cosa es el blues.
El caso es que mi amigo L.A. me mandó un video de Sonny Boy que está en YouTube, y me dijo algo que me emocionó: que aún conserva un cassette suyo que le regalé, seguramente la última vez que nos vimos. Eso habrá sido, si no me equivoco, entre 1988 y 1989, una vez que fue de visita a México desde Canadá. Debe ser el disco que grabó en Inglaterra con Los Animales, en 1963, en el Club A Go Go (¡qué maravilla de nombre!; ya muy pocos deben recordar lo que es "el A Go Go"), o el que grabó con The Yardbirds un año más tarde, es decir uno antes de su muerte. O ambos, uno de cada lado.
Me emocioné por el hecho de que tuviera algo que ya casi no debe oírse bien, si conozco su compulsión por la música (más fuerte incluso que la mía, y la mía ya es grave), y en honor a él me puse a ver otros videos de Sonny Boy, como el de "Your Funeral and my Trial", que no tiene desperdicio, y mi canción favorita de él, "Nine Below Zero", un blues de lo más rudo y crudo.
Ya en plan ocioso, y más bien por libre asociación de ideas, me puse a buscar en YouTube canciones que me gustan, y que no tienen mucho que ver con los blueseros en cuestión. Aquí van varias:
The Boys are Back in Town, con Thin Lizzy. El líder de la banda, Phil Lynott (una extraña mezcla de irlandés con brasileño), es uno de mis vocalistas favoritos de todos los tiempos. Murió joven, de muerte natural para el medio rockero: una sobredosis. De Thin Lizzy me gusta sólo un disco, Jailbreak, donde viene la canción en cuestión. Antes no habían llegado hasta allí, y en el siguiente, Renegade, Lynott se metió en un rollo más metálico, que no le hacía justicia.
The Cowboy Song, también de Thin Lizzy. El video es espantoso, pero la versión musical me gusta; hay una en vivo en el que se pierde mucho del encanto.
Holiday, con Nazareth. La banda no me cae mal, pero tampoco me emociona demasiado, excepto con esa canción.
500 Miles, con Peter, Paul and Mary, ya en plan fresa. Era una canción que oía en México, a veces obsesivamente, en los momentos en que me entraba la nostalgia patria. Ernesto Richter, quien ya cumplió un año de haber muerto, me contaba que cuando estudiaba en Estados Unidos había compañeros que armaban sesiones de suspiros, llanto y cervezas con esa canción: chavos de Iowa o de donde fuera que estudiaban en Nueva York o donde haya estudiado Ernesto. Si viviendo a un tren o un Greyhound de distancia los chavos se ponían mal, él --a la vez lejos de Alemania y El Salvador, sus patrias-- no era para nada inmune a la canción.
San Francisco Nights, con Eric Burdon y Los Animales, otra de mis favoritas de todos los tiempos. (Volvemos a Sonny Boy y el blues.) El corte del video es espantosamente brusco, pero vale la pena oír el pedazo que está bien.
1 comentario:
Excelente musico Hooker,el sonido que maneja es la justa medida de la quintaesencia de la capacidad inter
pretativa necesaria para dejarlo como en shock por segundos y luego hilvanarle la atencion con sus escalas asi por ratos sorpresivas o como dice ese murmullo que si no hay duda dice uno ,esto es"BLUES".Hablando de los Yardbirds,ya la habia recomendado pero igual la
recomiendo "Little red rooster" la tocan con Hooker,bueno y ante de co
vertirse a Zeppelin me gusta "Stroll On" soundtrack de la pelicula "Blow Up" de otro maestro
Antonioni sobre una idea de Cortazar ,que creatividad.
Saludos y Felices fiestas a todos(y
guarden pistillo para Enero,o hagan
como mi mama para un Diciembre dijo
que se le habia perdido el dinero
aguinaldo y todo,y todos que le peinan la casa en busca del tesoro para uso y benificio "personalisimamente" comun y como no habian pistas,chiche le limpiamos todo la casa,se encontraron ojetos decadas extraviados,nos enseño la austeridad llevada con alegria y no gasto demas y guardo para el Enero de vacas flacas.eso si
"misteriosamente"los regalos no faltaron y una comida sustanciosa
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