47 y 35 años, respectivamente
La primera vez que el ejército ocupó la Universidad de El Salvador fue el 2 de septiembre de 1960. El rector, el doctor Napoleón Rodríguez Ruiz, fue golpeado por los soldados y detenido como delincuente común en su oficina, en el viejo edificio frente al hospital Rosales. Detrás de su escritorio había un inmenso retrato al óleo del escritor Francisco Gavidia, que un soldado tasajeó con su bayoneta.
La intervención ocurrió después de manifestaciones universitarias --y populares en general-- contra el gobierno de José María Lemus, quien había endurecido posiciones tras la "apertura" de su predecesor, Óscar Osorio. Éste gobernó mediante leyes de excepción, en concreto la Ley de Defensa del Orden Constitucional. Lemus, como un modo de desmarcarse de quien lo había nombrado su sucesor, derogó la ley, pero ya los ánimos estaban caldeados por la represión desde la segunda mitad del mandato de Osorio, y no encontró nada mejor que la fuerza para tratar de arreglar algo que no tenía remedio. Lo de la UES fue quizá el detonante para su derrocamiento, que ocurrió a manos de una efímera Junta Cívico Militar en la que participaba el doctor Fabio Castillo, rector a su vez tras el periodo de Rodríguez Ruiz.
La segunda vez fue hace exactamente 35 años, el 19 de julio de 1972. El rector, el doctor Rafael Menjívar Larín, mi padre, fue también golpeado y capturado como delincuente común, junto con el secretario general, Miguel Sáenz Varela, y el fiscal, Luis Arévalo, pero no en su oficina, sino en el Salón Azul de la Asamblea Legislativa, ubicado entonces en el Palacio Nacional. Otras doce personas fueron arrestadas en otros lugares --el campus, sus casas-- y desaparecidas durante dos días y medio. Después salieron exiliados ("por su propia seguridad", dijo el presidente Arturo Armando Molina) hacia Nicaragua, donde estuvieron bajo virtual arresto durante un par de meses, y después fueron liberados hacia Costa Rica.
He hablado varias veces del tema en este blog, casi desde que lo inicié. Por ejemplo, sobre la vez que la Asamblea Legislativa le hizo a mi padre un homenaje --póstumo, desde luego-- y me tocó hacerle al Hamlet y decir que lo aceptaba como una petición de disculpas de la institución. El post puede encontrarse aquí.
En otro post, aquí, hablo de otra efemérides del esta misma fecha, el triunfo de la Revolución Sandinista, y de cómo lo celebramos como una especie de revancha por los siete años de exilio que mi padre ya llevaba por esas fechas.
Hay otro post, aquí, donde hablo de algunas cosas personales divertidas y de cómo se fue gestando la ocupación de la UES según la mirada de un muchacho de 12 años, casi 13, pero filtrado por 34 años de distancia. Tabién de la balacera del 5 de julio.
La ocupación de la UES en 1960 tiró un gobierno; la de 1972 fue la primera de una serie que terminó en 1989, y que dejó a nuestra casa de estudios huérfana de sí misma durante mucho tiempo. (Sí, cuando no estaba ocupada por el ejército era casi un cuartel guerrillero. Quizá en su momento podía parecer correcto a muchos, pero a estas alturas no creo que se recuerde con agrado ninguna de las situaciones.)
No sé si lo había puesto antes por acá, pero durante unos días El diario de hoy se refirió a los capturados, desaparecidos y exiliados, casi todos académicos, como "Menjívar y sus catorce muchachos". Imagino que querían compararlo con Alí Babá y sus cuarenta ladrones. El colmo del ingenio.
La intervención ocurrió después de manifestaciones universitarias --y populares en general-- contra el gobierno de José María Lemus, quien había endurecido posiciones tras la "apertura" de su predecesor, Óscar Osorio. Éste gobernó mediante leyes de excepción, en concreto la Ley de Defensa del Orden Constitucional. Lemus, como un modo de desmarcarse de quien lo había nombrado su sucesor, derogó la ley, pero ya los ánimos estaban caldeados por la represión desde la segunda mitad del mandato de Osorio, y no encontró nada mejor que la fuerza para tratar de arreglar algo que no tenía remedio. Lo de la UES fue quizá el detonante para su derrocamiento, que ocurrió a manos de una efímera Junta Cívico Militar en la que participaba el doctor Fabio Castillo, rector a su vez tras el periodo de Rodríguez Ruiz.
La segunda vez fue hace exactamente 35 años, el 19 de julio de 1972. El rector, el doctor Rafael Menjívar Larín, mi padre, fue también golpeado y capturado como delincuente común, junto con el secretario general, Miguel Sáenz Varela, y el fiscal, Luis Arévalo, pero no en su oficina, sino en el Salón Azul de la Asamblea Legislativa, ubicado entonces en el Palacio Nacional. Otras doce personas fueron arrestadas en otros lugares --el campus, sus casas-- y desaparecidas durante dos días y medio. Después salieron exiliados ("por su propia seguridad", dijo el presidente Arturo Armando Molina) hacia Nicaragua, donde estuvieron bajo virtual arresto durante un par de meses, y después fueron liberados hacia Costa Rica.
He hablado varias veces del tema en este blog, casi desde que lo inicié. Por ejemplo, sobre la vez que la Asamblea Legislativa le hizo a mi padre un homenaje --póstumo, desde luego-- y me tocó hacerle al Hamlet y decir que lo aceptaba como una petición de disculpas de la institución. El post puede encontrarse aquí.
En otro post, aquí, hablo de otra efemérides del esta misma fecha, el triunfo de la Revolución Sandinista, y de cómo lo celebramos como una especie de revancha por los siete años de exilio que mi padre ya llevaba por esas fechas.
Hay otro post, aquí, donde hablo de algunas cosas personales divertidas y de cómo se fue gestando la ocupación de la UES según la mirada de un muchacho de 12 años, casi 13, pero filtrado por 34 años de distancia. Tabién de la balacera del 5 de julio.
La ocupación de la UES en 1960 tiró un gobierno; la de 1972 fue la primera de una serie que terminó en 1989, y que dejó a nuestra casa de estudios huérfana de sí misma durante mucho tiempo. (Sí, cuando no estaba ocupada por el ejército era casi un cuartel guerrillero. Quizá en su momento podía parecer correcto a muchos, pero a estas alturas no creo que se recuerde con agrado ninguna de las situaciones.)
No sé si lo había puesto antes por acá, pero durante unos días El diario de hoy se refirió a los capturados, desaparecidos y exiliados, casi todos académicos, como "Menjívar y sus catorce muchachos". Imagino que querían compararlo con Alí Babá y sus cuarenta ladrones. El colmo del ingenio.
1 comentario:
Rafa: Justo a esta hora hay un acto de conmemoración en la Universidad.
Pero también se trata de un acto de reflexión sobre el futuro de la Universidad. Tal vez luego haya algún material sobre esta reunión.
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