Ediciones bonitas
Desde que acepté que no iba a vivir de lo que ganara con el producto de las ventas de mis libros, y junto con ello que no hay peor explotación que la de las grandes editoriales con los escritores poco conocidos (también con los otros, pero venden más), decidí que lo que quería, al menos, era publicar en lugares donde las ediciones fueran bonitas o tuvieran característias tipográficas particulares.
Por ejemplo, Trece, en español. fue pubicado por el Instituto Mexiquense de la Cultura (2003), que en términos mexicanos es una editorial pequeña; en El Salvador y Centroamérica sería inmensa.
Antes de aceptar publicarlo, me llamó la atención el diseño editorial bien cuidado, en el que participó mi amigo Hugo Ortiz. Los detalles, los espacios, la diagramación, la caja y la tipografía muy bien cuidados; un hermoso papel cremoso y, sobre todo, discreción. Nada de faramallas. Todo muy convencional, todo muy correcto y bonito.
Lo interesante es que el texto es muy fácil de leer, pese a que se usa un tipo de letra pequeño y muy antiguo , el Bodoni, creado por allì del siglo XVIII. Y se usa en 11 puntos, cuando lo habitual en un tipo "cómodo", al estilo Times, es de 12. El truco es el amplio interlineado y el tamaño adecuado de la caja y de la mancha de texto.
Parte del encanto de la tipografía y el diseño gráfico es que el lector no debe notarlo, a menos que sea aficionado a esas cosas. Si el trabajo del editor y el tipógrafo son evidentes, algo falló; lo que un lector debe enfrentar es un libro físicamente fácil de leer. Hay cosas bien sencillas que pueden notarse claramente en la siguiente ilustración, perteneciente a la edición francesa de Terceras personas (2005).
En primer lugar, los márgenes. que tienen un sentido, y es que el libro pueda tomarse desde cualquier parte sin que los dedos interfieran con la lectura, esto es: sin que tapen el texto y uno deba moverlos constantemente. Aunque el libro es de formato pequeño, se puede tomar desde abajo, arriba o los lados y habrá espacio para los pulgares más exigentes. Además me encanta la tipografía que usa Alain Mala, director de Cénomane, en sus libros literarios. La menor cantidad de tamaños y una cómoda variación de Garamond, de la que he olvidado el nombre. Los libros de Alain tienen una catacterística: su tipografía es válida para un libro aparecido ayer o a mediados del siglo XIX. Si se suma a esto el papel de algodón que utiliza, está uno frente a objetos de calidad casi artesanal.
Otra bonita edición es la de Terceras personas en español (1996), de la colección Molinos de Viento de la Universidad Autónoma Metropolitana. Además de la extraña composición de algunas de sus páginas, me gustó que respetaran la idea original. A veces en una página completa apenas aparece una línea de texto, o media. Otros editores con los que consulté me dijeron que era un despedicio de material. Por suerte Bernardo Ruiz, en ese entonces director de Difusión Cutural de la UAM, entendió de qué iba la cosa, y también Alain Mala. Para el próximo año el libro quizá se publique en El Salvador o sus proximidades. A pesar de que es pequeñito (un total de unas 35 cuartillas), me llevó diez años de elaboración, y quizá sea lo mejor que haya logrado escribir hasta la fecha.
Otro libro que me gustó por su diseño, tipografía y acabados fue Cualquier forma de morir, publicado por F&G Editores de Guatemala (2006). Abajo puede verse el ejemplo de un par de paginas. (Aún hay ejemplares en La Casita y en La Casa de Escritor, si gusta adquirirlo.)
Uno de mis favoritos, en cuanto a edición, es la traducción de Do we agree? (1997), la polémica sobre socialismo de la que hablé en el post anterior, que acaba de publicarse en el número 95 de la revista Cultura. Junto con Facundo Burgos, el editor, le dimos una revisada inclemente al texto y al formato, después de discutir un montón de detalles técnicos. También una edición tradicional, muy ortodoxa, con un tipo de letra antiguo, el Palatino. Por desgracia a última hora, cuando el texto ya estaba impecable, la responsable de producción decidió darle una última mirada, y "corrigió" cosas que le parecieron incorrectas. Así que el folleto tiene ¡tres! erratas. Tres. Y, más que erratas, errores gramaticales que un lector quiza no llegue a notar, pero que a mí me suenan como tamborazos sin sentido. Si la gente se dedicara a lo que sabe hacer...
Me gusta el detalle del colofón:
Igual me han tocado algunas ediciones no tan buenas, y alguna francamente espantosas. Éstas son algunas de las que me dan gusto y me encanta hojear de vez en cuando para ser un poco feliz.
3 comentarios:
Bonito libro
Como editor no puedo dejar de justipreciar esas ediciones; mi enhorabuena. Y bonita forma de agregar trozos de felicidad a los días. Quizá me desvíe, pero quiero agregar que un amigo gusta deslizar la palma de su mano derecha sobre las reproducciones de pintura de los libros de arte. Siempre me llamó la atención tanto cariño y sensibilidad, aunque por la salud de aquellas ilustraciones y aquellas páginas más valía a mi amigo tener las manos limpias en todo momento.
El dibujito del pescado (porque ya no es pez, verdad?) recuerda a Hemingway... no, no por el Viejo y el Mar, simplemente por la sencillez y lo simbólico al mismo tiempo. Nunca había pensado que los márgenes eran para los dedos, pero sí! Cosas que uno aprende, saludos.
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