23 de octubre de 2007

Si la envidia fuera tiña, Luz Negra y columna actual

Como ya conté alguna vez, hubo al menos dos, y casi tres, generaciones de... uh... escritores que hasta el último día de vida de Álvaro Menen Desleal sostuvieron que éste era plagiario de Borges en narrativa y de Samuel Beckett en teatro (concretamente se referían a su obra Luz negra). El primer día de su muerte todos se declararon sus amigos, alumnos y seguidores y por allí andan, sin embargo, susurrando las mismas estupideces que dijeron a lo largo de cuarenta años.
Con respecto a lo de Borges, el mismo Borges hizo la aclaración apenas unas semanas después de aparecido el libro que dio pie a la acusación, Cuentos breves y maravillosos, según consta en una nota que publiqué en algunas revistas. Puede encontrarse aquí. La aclaración, sin embargo, no se dio a conocer, o "el medio" no quiso conocerla, y fue más fácil utilizar la envidia para hacerle la vida difícil a uno de los escritores más brillantes, influyentes y queridos --por sus lectores y espectadores-- que ha tenido el país.
Con respecto a Luz negra, hoy La prensa gráfica informa que se está representando en Inglaterra por primera vez. La directora Sarah Norman señala:
Es insólito que no haya sido producida nunca antes en inglés porque es una obra de tanta calidad. Ha sido una lástima. [...] te garantizo que si hubiera sido escrita en Inglaterra en 1966 todavía se estuviera produciendo.
Me da la impresión de que, si Luz negra fuera el plagio de Beckett que algunos han dicho que es, alguien se hubiera dado cuenta en Inglaterra y simplemente no se hubiese representado: me da la impresión de que un plagio de Esperando a Godot saltaría a la vista de inmediato en cualquier parte, excepto en las cabezas de los trolls de siempre y de los ignorantes que conocen a Beckett de oídas.
Hay una pequeña entrevista que complementa la noticia aquí.
Fea la envidia, ¿no? Y los envidiosos siempre han tenido nombres y apellidos. Sería fácil poner algunos por acá, para jugar un poco al abogado del diablo, pero no valdría la pena: al mencionarlos cobrarían una vida que no tienen, y que su obra ha sido incapaz de darles. No los escribiré, además, ligados a un buen escritor y un hombre bueno como lo fue Álvaro, el único clásico vivo con el que aún cuenta El Salvador. He dicho.

* * *

La columna de esta semana en Centroamérica 21 puede encontrarse aquí. La escribí con un poco de temor: en menos de una semana pueden pasar cosas que cambien el panorama y uno queda más o menos en ridículo (por suerte en periodismo éste dura poco tiempo). Pero no. La lucha por las candidaturas continúa, y Salvador Sánchez Cerén declara, en La prensa gráfica, (puede leerse aquí), que su candidatura no está en cuestión. Me gusta el modo en que lo reafirma: "Esa candidatura va a la convención, el 11 de noviembre próximo, y ahí va a ser proclamada". Diría "Viva el centralismo democrático", pero El diario de hoy asegura lo contrario, según se puede leer aquí, y Sánchez Cerén dice que la fórmula aún es negociable. ¿Quién tiene la razón, LPG o EDH? ¿O ambos? Porque a veces es difícil entender a Sánchez Cerén. Igual hay cada reportero...
Va la columna:

Candidaturas: Todos los juegos, el juego
Rafael Menjívar Ochoa

La carrera para obtener candidaturas de los principales partidos comenzó tan súbitamente, y de manera tan generalizada, que todo lo demás que ocurre en el país se ha visto relegado. Da la impresión de que los últimos dos años del gobierno actual serán recordados –alguna vez habrá que recordarlos– como los días en que el país suspendió su atención hacia los problemas vitales por un juego que, con todo lo que implica, no deja de ser un juego, y que se apuesta a un futuro en el que se pagará caro la desatención que haya de aquí a las elecciones.
La batuta, más que nunca, la lleva el FMLN. Es el centro de la atención y es quien marcará el paso al menos hasta el inicio oficial de la campaña. También es el que gastará más energías en dos sentidos: convencer de que su fórmula presidencial es la adecuada y detener los previsibles ataques de la derecha, que seguramente se abrirá en tantos frentes como sea posible. La imagen de Salvador Sánchez Cerén, candidato actual a la vicepresidencia, promete ser el eje de la campaña en contra, como la figura de Mauricio Funes ofrece muchos puntos a favor.
En esta ocasión el FMLN no muestra las divisiones y pugnas internas que en las campañas anteriores, y sería difícil: ya quedan pocos disidentes, sin que ello implique una unidad férrea dentro del mayor partido de la izquierda institucionalizada.
El FDR no ha puesto énfasis en las diferencias con su partido de origen, aunque no ha encontrado el punto en que pueda lograrse un acuerdo, algo que difícilmente ocurrirá si no muestra sumisión al FMLN (la falta de ésta fue el origen de las pugnas que terminaron en las masivas expulsiones, retiros y renuncias). Por el momento no se ve una bandera que puedan alzar con seguridad.
El CD se ve en un impasse difícil de romper: cómo lograr que el FMLN crea que necesita de una alianza con el centro. Si supera este punto, deberá ver cómo entrar en alianza sin dejar de lado principios irrenunciables. Es un juego viejo, que siempre ha terminado con lesiones incurables para la gente del centro. Mientras espera que el FMLN responda, el CD pierde un tiempo valioso en mostrar su juego, y en mostrar asimismo una decisión y una claridad de objetivos que en las presidenciales anteriores le costaron el registro.
La jugada maestra del CD, el FDR y cierta gente del FMLN fue la excelente candidatura de Arturo Zablah, tan prematura como todas las que van. Zablah, formalmente, se lanzó solo, por su cuenta, para que “alguien” lo tomara al vuelo e hiciera suyas sus propuestas. Hasta ahora, el FMLN –el receptor ideal y original– lo ha ignorado, y apenas podría considerarlo como un eventual miembro de un eventual gabinete. Haya sido cual haya sido el cálculo del CD y el FDR, la falta de un apoyo explícito está debilitándolo, con riesgo de marchitarse sin remedio.
El FMLN está jugando a ganar, al igual que ARENA, y a ganar solo. Las eventuales alianzas están siendo descartadas a una velocidad apabullante. El PCN y el PDC pueden jugar a lo mismo que hasta ahora –ser la pequeña piedra que inclina la balanza cuando hace falta y para quien haga falta, según los aires del momento– sin perder su carácter. El FDR aún no logra ubicarse en el mapa político, y el CD no sale de su rutinario círculo vicioso: ambos dependen del FMLN más de lo que éste cree que depende de ellos.
Una de las lógicas de los procesos electorales es que hay un momento en que todos los participantes están seguros de que van a ganar. No lo creen: lo saben, así las encuestas les den los peores números. (¿Y si algo cambia a última hora?) Toda la pléyade de candidatos que está apareciendo, por improbable que se vea su triunfo, juega a que tiene una oportunidad, y que ésta es alta.
El FMLN ya hizo su apuesta: a menos que ocurra algo excepcional, será difícil que desista de una fórmula tan disímil como la de Funes y Sánchez Cerén. Está convencido de que ganará, que no hay modo de perder, y le apuesta más a hartazgo que exista luego de dos décadas de gobierno arenero que a una buena propuesta política o a la ampliación de su base de votantes. Y quizá tenga la razón.
Como todos los demás.

1 comentario:

Ernesto Bautista dijo...

Que viva Menen Desleal!, no?. Saludos Rafa.