¡Un cuento!
Después de escribir tres novelas, terminar otra después de seis años de trabajo, armar un ensayo de historia reciente y algunas gracias (de nada) más, por fin me pasó algo excelente: ¡escribí un cuento, el primero en años! Estoy encantado, porque hace unos días estábamos en que me cuesta un montón.
Exagero: el cuento no está hecho todavía; apenas lo escribí en el cuaderno, lo que significa que no es siquiera el primer borrador. La madrugada del 1 de mayo agarré un bonito cuaderno que me mandó Karina Luna de Canadá hace año y medio (ahora está de regreso en el Defe, y ya tiene ratos de haber vuelto) y me puse a escribir con la tercera pluma que encontré, una de gel color morado. No hallé mi Parker 45, que es la que uso para esas cosas (ejem), y otras dos, negras, de ésas de emergencia, fallaron miserablemente; las pobrecitas ya estaban secas y no quisieron retoñar.
Salió en tres días. Anoche mismo, cuando escribí la última escena, me puse a revisarlo y ya encontré qué le falta (lo que le sobra ya se lo quité, al menos de lo que me he dado cuenta), ya hice apuntes para darle algo de cuerpo y...
Ahora es cuestión de semanas, meses o años para que tome su forma definitiva, o lo que yo crea que es su forma definitiva, que generalmente no tiene nada que ver con lo que salió de primera intención.
Eso sí, tengo que pasarlo rápido en la compu, como se podrá ver. Si me tardo mucho, a veces no reconozco palabras (o su equivalente en mi grafía) y esas palabras pueden ser clave para el texto. (Si no, tampoco puedo saberlo.)
Si lo que se ve en la imagen parece confuso, no sé cómo vaya a quedar el cuaderno después de que le dé la última revisada antes de pasarlo a máquina.
Curioso: me gustan los cuadernos bonitos, de buen papel, cómodos para escribir, para dejarlos así. Y no es sólo eso. Tengo la idea de que cada cuaderno sirve para un texto en particular, o que traen un texto ya escrito y uno tiene que descubrirlo. Algunos cuadernos han estado años y años en mi librero antes de que los agarre para descubrir algo nuevo.
Escribir un texto es un placer. Terminarlo es algo que nadie a quien no le haya pasado puede entender. Guau. Y si el texto llega a servir, qué más que mejor. Si no, lo bailado nadie me lo quita.
Exagero: el cuento no está hecho todavía; apenas lo escribí en el cuaderno, lo que significa que no es siquiera el primer borrador. La madrugada del 1 de mayo agarré un bonito cuaderno que me mandó Karina Luna de Canadá hace año y medio (ahora está de regreso en el Defe, y ya tiene ratos de haber vuelto) y me puse a escribir con la tercera pluma que encontré, una de gel color morado. No hallé mi Parker 45, que es la que uso para esas cosas (ejem), y otras dos, negras, de ésas de emergencia, fallaron miserablemente; las pobrecitas ya estaban secas y no quisieron retoñar.
Salió en tres días. Anoche mismo, cuando escribí la última escena, me puse a revisarlo y ya encontré qué le falta (lo que le sobra ya se lo quité, al menos de lo que me he dado cuenta), ya hice apuntes para darle algo de cuerpo y...
Ahora es cuestión de semanas, meses o años para que tome su forma definitiva, o lo que yo crea que es su forma definitiva, que generalmente no tiene nada que ver con lo que salió de primera intención.
Eso sí, tengo que pasarlo rápido en la compu, como se podrá ver. Si me tardo mucho, a veces no reconozco palabras (o su equivalente en mi grafía) y esas palabras pueden ser clave para el texto. (Si no, tampoco puedo saberlo.)
Si lo que se ve en la imagen parece confuso, no sé cómo vaya a quedar el cuaderno después de que le dé la última revisada antes de pasarlo a máquina.
Curioso: me gustan los cuadernos bonitos, de buen papel, cómodos para escribir, para dejarlos así. Y no es sólo eso. Tengo la idea de que cada cuaderno sirve para un texto en particular, o que traen un texto ya escrito y uno tiene que descubrirlo. Algunos cuadernos han estado años y años en mi librero antes de que los agarre para descubrir algo nuevo.
Escribir un texto es un placer. Terminarlo es algo que nadie a quien no le haya pasado puede entender. Guau. Y si el texto llega a servir, qué más que mejor. Si no, lo bailado nadie me lo quita.
5 comentarios:
Yo soy de la era digital, me siento enfrente de la compu... es que mi letra es muy fea jajajajaja. Pero yo digo que se ve lindo.
quizá a mi es lo que me falla, tengo un buen de no escribir sobre papel, lo intentaré de nuevo.
De 1980 a 1986, más o menos, todo lo que hice de literatura lo hice en la compu. Hubo novelas completas (Los héroes tienen sueño y De vez en cuando la muerte) que no vi impresas hasta que se publicaron... y lo que vi fue un montón de errores que en la pantalla eran invisibles, como buen obsesivo-compulsivo que soy de la corrección. (En este blog no tanto. Ya quedamos en que es una especie de cuaderno electrónico.)
Así que imprimí lo que llevaba de Trece, lo corregí a mano y el resto me lo eché en un cuaderno muy bonito, por cierto, de unos que hacen con fibra de banano en Costa Rica.
Lo que siento es que escribo a máquina más rápido de lo que pienso, y esdribo más de lo que debo. A mano tengo mucho más control; mientras escribo lo que acabo de pensar, en segundo plano vor corrigiendo y refinando las ideas antes de escribirlas.
Yo conozco el cuaderno de banano que decis.... lo que no se es como escribir.
Una pluma ayuda bastante. En mi caso prefiero las plumas fuente, pero igual sirven las de gel, las de tinta china y hasta los lápices.
El cuaderno solo como que no.
Y sí escribes, y escribes bien; a lo mejor lo que te falta es precisamente la pluma (o sus sustitutos).
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