Ante la duda, las palabras del maestro
(No, no me refiero a mí mismo, sino a Saramago, en Cuadernos de Lanzarote.)
7 de abril
Palabras oídas en Buenos Aires a Fernando Vizcaíno Casas, escritor de mucha venta y popular consideración en España, Dios le bendiga: «Buenos Aires está muy bien, parece Barcelona o Madrid, y además de eso no hay aquí negros, ni indios, ni sucios». Con esto se demuestra que un escritor no tiene que ser, forzosamente, un ser humano. También declaró esta persona importante y ya mayor que venía con la esperanza de ser diana del asedio sexual de las «mu¬chachas porteñas», pero esta presunción siempre se puede perdonar: la esclerosis mental no escoge profesiones ni edades, un imbécil es un imbécil, incluso cuando escribe libros.
8 de octubre
La casa de Pablo Neruda, en Isla Negra, es simplemente un horror. Puede decirse, como disculpa, que tiene poco de casa y mucho de museo, lo que, desde luego, levantaría la cuestión de saber si es posible vivir en un museo. Lo peor es que este museo excede cuantiosamente todo cuanto yo pudiese haber imaginado de acumulación de objetos absurdos, heteróclitos, disparatados, incongruentes, donde, al lado de piezas magníficas se encontrasen, mereciendo crédito y presentación igual, otras de un mal gusto inenarrable, muchas veces cómico, otras veces milagrosamente recuperado en el último instante por un remoto humor surrealista. Lo mejor de Pablo Neruda no es, con certeza, la casa que él inventó para vivir...
10 de octubre
No es frecuente que los médicos, de manera general y pública, hagan comentarios desfavorables respecto a otros médicos: probablemente, después de unos cuantos milenios de secreto profesional, ya traen la deontología en la masa de la sangre. O la aprenden en la facultad con las primeras nociones de fisiología. Pero los escritores, ah, los escritores, con qué gozo apuntan para el disfrute del gentío la simple paja que lastima el ojo del colega, con qué descaro fingen no ver ni percibir la viga que tienen atravesada en el propio ojo. Vergílio Ferreira, por ejemplo, es un maestro en este tipo de ejecuciones sumarias. Que se sepa, nadie las ha pedido, pero él continúa emitiendo sentencias de exclusión perpetua, sin otro código penal que su propio e inconmensurable orgullo, siempre arañado. Me dicen que se decidió finalmente a hablar de mí en Conta-Corrente, pero no he ido corriendo a leerlo, ni siquiera con calma tengo intención de ir. La diferencia entre nosotros es conocida: yo no sabría escribir sus libros y él no querría escribir los míos... Ahora me llega la noticia de que Agustina Bessa-Luís se dedica también a estas actividades conjuntas de policía, ministerio público y juez. Declaró que no soy un «gran escritor», que soy apenas «producto de diversas circunstancias»... Ser, o no, yo un «gran escritor» no quitaría ni añadiría nada a la gloria literaria y a la importancia social de Agustina Bessa-Luís, pero eso para ella es insignificante ante la ocasión que le dieron de mostrarse tan revoltosa cuanto le pide la naturaleza. Incluso si yo demoradamente lo explicase, Bessa-Luís no comprendería que nunca pretendí ser un «gran escritor», sino un escritor simplemente. Bessa-Luís tiene los oídos tapados a estas distinciones, tan tapados como parece que estuvo en este caso su entendimiento al dejar a los lectores de la entrevista dada al Independente sin saber —porque no las mencionó—de qué circunstancias perversas soy yo mistificador producto. Mucho peor aún, si posible fuera, es que Agustina Bessa-Luís haya callado las circunstancias que hicieron de ella la «gran escritora» que sin duda cree ser...
7 de abril
Palabras oídas en Buenos Aires a Fernando Vizcaíno Casas, escritor de mucha venta y popular consideración en España, Dios le bendiga: «Buenos Aires está muy bien, parece Barcelona o Madrid, y además de eso no hay aquí negros, ni indios, ni sucios». Con esto se demuestra que un escritor no tiene que ser, forzosamente, un ser humano. También declaró esta persona importante y ya mayor que venía con la esperanza de ser diana del asedio sexual de las «mu¬chachas porteñas», pero esta presunción siempre se puede perdonar: la esclerosis mental no escoge profesiones ni edades, un imbécil es un imbécil, incluso cuando escribe libros.
8 de octubre
La casa de Pablo Neruda, en Isla Negra, es simplemente un horror. Puede decirse, como disculpa, que tiene poco de casa y mucho de museo, lo que, desde luego, levantaría la cuestión de saber si es posible vivir en un museo. Lo peor es que este museo excede cuantiosamente todo cuanto yo pudiese haber imaginado de acumulación de objetos absurdos, heteróclitos, disparatados, incongruentes, donde, al lado de piezas magníficas se encontrasen, mereciendo crédito y presentación igual, otras de un mal gusto inenarrable, muchas veces cómico, otras veces milagrosamente recuperado en el último instante por un remoto humor surrealista. Lo mejor de Pablo Neruda no es, con certeza, la casa que él inventó para vivir...
10 de octubre
No es frecuente que los médicos, de manera general y pública, hagan comentarios desfavorables respecto a otros médicos: probablemente, después de unos cuantos milenios de secreto profesional, ya traen la deontología en la masa de la sangre. O la aprenden en la facultad con las primeras nociones de fisiología. Pero los escritores, ah, los escritores, con qué gozo apuntan para el disfrute del gentío la simple paja que lastima el ojo del colega, con qué descaro fingen no ver ni percibir la viga que tienen atravesada en el propio ojo. Vergílio Ferreira, por ejemplo, es un maestro en este tipo de ejecuciones sumarias. Que se sepa, nadie las ha pedido, pero él continúa emitiendo sentencias de exclusión perpetua, sin otro código penal que su propio e inconmensurable orgullo, siempre arañado. Me dicen que se decidió finalmente a hablar de mí en Conta-Corrente, pero no he ido corriendo a leerlo, ni siquiera con calma tengo intención de ir. La diferencia entre nosotros es conocida: yo no sabría escribir sus libros y él no querría escribir los míos... Ahora me llega la noticia de que Agustina Bessa-Luís se dedica también a estas actividades conjuntas de policía, ministerio público y juez. Declaró que no soy un «gran escritor», que soy apenas «producto de diversas circunstancias»... Ser, o no, yo un «gran escritor» no quitaría ni añadiría nada a la gloria literaria y a la importancia social de Agustina Bessa-Luís, pero eso para ella es insignificante ante la ocasión que le dieron de mostrarse tan revoltosa cuanto le pide la naturaleza. Incluso si yo demoradamente lo explicase, Bessa-Luís no comprendería que nunca pretendí ser un «gran escritor», sino un escritor simplemente. Bessa-Luís tiene los oídos tapados a estas distinciones, tan tapados como parece que estuvo en este caso su entendimiento al dejar a los lectores de la entrevista dada al Independente sin saber —porque no las mencionó—de qué circunstancias perversas soy yo mistificador producto. Mucho peor aún, si posible fuera, es que Agustina Bessa-Luís haya callado las circunstancias que hicieron de ella la «gran escritora» que sin duda cree ser...
1 comentario:
Os invito ir a ver las nuevas informaciones que wikipedia da sobre el sapo oprtunista y empleado lambiscon de ARENA :
http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Menj%C3%ADvar_Ochoa
Cuando lo borren, lo renovaremos!
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