Gripe, Rivotril y cisas peronales
Valeria ha estado en los últimos días un poco agripada. Nada serio, excepto algo de tos durante tres noches, un poco de jarabito y Vick y listo.
A Krisma y a mí nos empezaron las molestias anteayer, y fui a los quince años de Silvana porque algo así no se lo pierde uno. Dicen que las gripes transmitidas por los bebés a los adultos son terribles. No sé cuál sea el fundamento, más allá de las consejas de abuelitas --que casi siempre resultan ciertas-- pero, Panadol y té antigripal de por medio, me siento más o menos de la patada, y me da la impresión de que Krisma tendrá mañana su dosis de lo mismo (hasta ahora ha sobrevivido con estoicismo).
Con 2mg de Rivotril y todo, no he podido dormirme. Es decir: estaba viendo la tele y se me cerraban los ojos, y hasta me quedé dormido un par de horas, llegué a la cama y no podía respirar. No por Krisma, que es uno de los motivos fundamentales para seguir respirando. Otra Panadol y, mientras espero que haga efecto, escribo este post y me he puesto a pasar en limpio el texto en el que estoy trabajando en mi "denisekhine".
Ya llegué a un punto interesante: abro el cuaderno al azar, leo y no reconozco como mío lo que hay allí. Sé que lo es, pero las palabras son "de otro", lo mismo que lo que dicen esas palabras. Como es la primera vez que escribo algo totalmente autobiográfico (no, no son mis memorias; ésas se las dejo a quienes merezcan escribirlas), veo algunas cosas:
1. Escribir por exorcismo o catarsis es una maravilla, pero no lo es todo, uy se corre el riesgo de caer en el patetismo o la autolástima. Es como un psicoanálisis, pero sin la interferencia del psicoanalista, y uno puede ir descubriendo causas y efectos que hasta el momento de releer no eran obvios.
2. He estado escribiendo porque tengo una cosa psicosomática de la que no voy a hablar. (Mi diario personal no es tan personal, disculparán. Si alguna vez publico el libro se enterarán.) A medida que avanzo, la enfermedad mejora. Bueno, no, el que mejora soy yo; la enfermedad remite un poco. Dejo de escribir unos días y empieza a agravarse, vuelvo a escribir y me pongo mejor. Freud dirá lo que quiera en cuanto a causas y efectos y todo ese rollo enredado que elaboraron sobre todo sus seguidores. Pero de que era un maestro del método, lo era.
3. Como complemento a lo anterior, a veces tengo que escribir cosas con las que no me quiero enfrentar, porque duelen. Los trastornos se ponen más severos mientras estoy escribiendo, pero sé que debo seguir hasta terminar el pasaje, o me voy a sentir mal físicamente durante dos o tres días. Esto es: una vez se echa andar la bolita, no hay modo de pararla.
El bienestar que me produce la ficción es diferente al que me está produciendo lo que hago. Al escribir una novela soy feliz, estoy siendo feliz; cuando la termino soy más feliz aún, y cuando la leo después de publicada ya no hay medida de felicidad. Lo que estoy escribiendo me produce alivio, quizá mñas profundo que la felicidad, y estoy logrando ver la etstructura de un pedazo de vida que creía caótico. Pero no hay caso: hay la vida, y de algún modo debe ser coherente.
Hoy volví a ver The Final Cut, uno de los mejores papeles --si no el mejor-- de Robin Williams. (Lo pondría a competir con One Hour Photo, quizá con Jacob the Liar y, ¡claro!, con la breve aparición en The Secret Agent, donde no aparece su crédito. ¡Qué papel tan perverso y bien ejecutado!) Aunque el final de The Final Cut es precipitado, y la justificación que se le da es bastante maniquea, me encanta todo el asunto de cómo funciona la memoria.
Estoy trabajando con recuerdos, nada más. Algunos son clarísimos, pero a compararlos con otros hay algo que no checa. Otros no los tengo claros, pero hay cosas que debieron pasar por simple heurística. Y a veces creo que invento detalles, pero en el momento en que pasan al texto pasan, también, a convertirse en recuerdos reales.
En The Final Cut hay un recuerdo espantoso que sigue a Robin Williams, y por fin logra "verlo" gracias a un chip que traía implantado desde antes de nacer. Y lo que pasó no era tan terribele, y no como lo recordaba a fuerza de repeticiones a lo largo de los años. Creo que no estoy cayendo en eso, porque cruzo datos que vienen de todos lados, y necesitaría de demasiados falsos recuerdos para que las cosas no sean más o menos coimo las recuerdo. El cuerpo ayuda también: uno evoca y hay sensaciones físicas que confirman que "eso" (lo que sea) pasó
Estoy tratando de meterme lo menos posible con el sexo; siempre puede ser un distractor, y los eventuales lectores podrín confudir cpm hechos más importante. Además hay tanto que contar... Ya precisaré un poco mas; con las ochenta o noventa páginas que llevo, siemprr hay algo que le lleva a uno la contraria. Y pues asií esto de la lirtatura.
Ya se me cruzan lñas letras, las ideas y el tecldo; le Rivotril jukega a ss juefos. Hpta de dormir hasta tarfe. Ya neremos.
A Krisma y a mí nos empezaron las molestias anteayer, y fui a los quince años de Silvana porque algo así no se lo pierde uno. Dicen que las gripes transmitidas por los bebés a los adultos son terribles. No sé cuál sea el fundamento, más allá de las consejas de abuelitas --que casi siempre resultan ciertas-- pero, Panadol y té antigripal de por medio, me siento más o menos de la patada, y me da la impresión de que Krisma tendrá mañana su dosis de lo mismo (hasta ahora ha sobrevivido con estoicismo).
Con 2mg de Rivotril y todo, no he podido dormirme. Es decir: estaba viendo la tele y se me cerraban los ojos, y hasta me quedé dormido un par de horas, llegué a la cama y no podía respirar. No por Krisma, que es uno de los motivos fundamentales para seguir respirando. Otra Panadol y, mientras espero que haga efecto, escribo este post y me he puesto a pasar en limpio el texto en el que estoy trabajando en mi "denisekhine".
Ya llegué a un punto interesante: abro el cuaderno al azar, leo y no reconozco como mío lo que hay allí. Sé que lo es, pero las palabras son "de otro", lo mismo que lo que dicen esas palabras. Como es la primera vez que escribo algo totalmente autobiográfico (no, no son mis memorias; ésas se las dejo a quienes merezcan escribirlas), veo algunas cosas:
1. Escribir por exorcismo o catarsis es una maravilla, pero no lo es todo, uy se corre el riesgo de caer en el patetismo o la autolástima. Es como un psicoanálisis, pero sin la interferencia del psicoanalista, y uno puede ir descubriendo causas y efectos que hasta el momento de releer no eran obvios.
2. He estado escribiendo porque tengo una cosa psicosomática de la que no voy a hablar. (Mi diario personal no es tan personal, disculparán. Si alguna vez publico el libro se enterarán.) A medida que avanzo, la enfermedad mejora. Bueno, no, el que mejora soy yo; la enfermedad remite un poco. Dejo de escribir unos días y empieza a agravarse, vuelvo a escribir y me pongo mejor. Freud dirá lo que quiera en cuanto a causas y efectos y todo ese rollo enredado que elaboraron sobre todo sus seguidores. Pero de que era un maestro del método, lo era.
3. Como complemento a lo anterior, a veces tengo que escribir cosas con las que no me quiero enfrentar, porque duelen. Los trastornos se ponen más severos mientras estoy escribiendo, pero sé que debo seguir hasta terminar el pasaje, o me voy a sentir mal físicamente durante dos o tres días. Esto es: una vez se echa andar la bolita, no hay modo de pararla.
El bienestar que me produce la ficción es diferente al que me está produciendo lo que hago. Al escribir una novela soy feliz, estoy siendo feliz; cuando la termino soy más feliz aún, y cuando la leo después de publicada ya no hay medida de felicidad. Lo que estoy escribiendo me produce alivio, quizá mñas profundo que la felicidad, y estoy logrando ver la etstructura de un pedazo de vida que creía caótico. Pero no hay caso: hay la vida, y de algún modo debe ser coherente.
Hoy volví a ver The Final Cut, uno de los mejores papeles --si no el mejor-- de Robin Williams. (Lo pondría a competir con One Hour Photo, quizá con Jacob the Liar y, ¡claro!, con la breve aparición en The Secret Agent, donde no aparece su crédito. ¡Qué papel tan perverso y bien ejecutado!) Aunque el final de The Final Cut es precipitado, y la justificación que se le da es bastante maniquea, me encanta todo el asunto de cómo funciona la memoria.
Estoy trabajando con recuerdos, nada más. Algunos son clarísimos, pero a compararlos con otros hay algo que no checa. Otros no los tengo claros, pero hay cosas que debieron pasar por simple heurística. Y a veces creo que invento detalles, pero en el momento en que pasan al texto pasan, también, a convertirse en recuerdos reales.
En The Final Cut hay un recuerdo espantoso que sigue a Robin Williams, y por fin logra "verlo" gracias a un chip que traía implantado desde antes de nacer. Y lo que pasó no era tan terribele, y no como lo recordaba a fuerza de repeticiones a lo largo de los años. Creo que no estoy cayendo en eso, porque cruzo datos que vienen de todos lados, y necesitaría de demasiados falsos recuerdos para que las cosas no sean más o menos coimo las recuerdo. El cuerpo ayuda también: uno evoca y hay sensaciones físicas que confirman que "eso" (lo que sea) pasó
Estoy tratando de meterme lo menos posible con el sexo; siempre puede ser un distractor, y los eventuales lectores podrín confudir cpm hechos más importante. Además hay tanto que contar... Ya precisaré un poco mas; con las ochenta o noventa páginas que llevo, siemprr hay algo que le lleva a uno la contraria. Y pues asií esto de la lirtatura.
Ya se me cruzan lñas letras, las ideas y el tecldo; le Rivotril jukega a ss juefos. Hpta de dormir hasta tarfe. Ya neremos.
3 comentarios:
bien por vos, bien por el rivotril, bien por las 80 págs, y para la gripa... pues remedios caseros a veces funcionan, té de limón o de manzanilla, y si no pues ni modo, las pastillas, a mi las comtrex me funcionan, y traen unas que son para la noche, y que te ayudan a dormir.
Saludos y que sigan mejor todos por allá.
Al margen de la comparación con el personaje de Williams...
Ruega que el biógrafo no sea Cañas DInarte. Te retratará como un monstruo. exacerbará como miserias personales algún que otro pecadillo sin importancia... Y, quizá lo más grave, ¡en el libro aparecerá su nombre junto al tuyo en la portada!
Que la salud os sonría.
Sandra; Gracias.
Javier: ¡¡Agh!! Me acabas de quitar media gripe del puro susto.
Y se inventará algo "de lo que sólo tengo una fuente oral, pero que habrá que confirmar y..." Y allí va el chambre. Desde luego, si me muero primero, seré su gran amigo, casi su hermano.
Por suerte él lo hace a propósito, por formación. Imagínate que caiga en manos de alguien que lo hace sin la menor idea...
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