Capítulo 1
Acabo de colocar, en La mancha en la pared, el capítulo 1 de la novela Cualquier forma de morir. Pueden encontrarlo aquí.
Es curioso eso de ponerle "capítulo 1". Pocas de mis novelas lleva nombre de capítulo o cualquier otra cosa; empieza el capítulo en seco, termina, pasa al siguiente, que tampoco indica qué número de capítulo es. A veces provoca problemas con el índice, porque no hay nada que poner en el índice, excepto la primera frase del capítulo. En poesía es bastante común, pero no es usual en narrativa.
En Un buen espejo, el editor necesitaba que cada capítulo tuviera un nombre, el que fuera. Lo resolvió poniendo, antes de cada capítulo, una hoja en la que se lee en efecto la primera frase del texto. Claro: el editor es Sandro Cohen, poeta, y además compulsivo del orden.
En Trece, cada capítulo viene numerado en romanos. El primer capítulo viene como XIII, luego XII, y así.... y termina en el II, después de pasar por el I. Son catorce capítulos, y no tengo mucha idea de cómo llegué hasta allí.
Hay una aún inédita, Breve recuento de todas las cosas, que tiene un número y un título por capítulo. (I. La rabia inútil; II. Ágata; III. Elogio del cadáver; IV. El llanto perdido; V. Sobre la continuidad del silencio).
La primera versión publicada de Terceras personas tenía sólo los títulos de cada texto, pero algo se perdía. Así que les añadí un número, para indicar continuidad: 1. El viejo no durmió esa noche; 2. Un cabello oscuro en la solapa; 3. Etcétera. (No, el tres no se llama Etcétera, sino "Manuscrito encontrado".) Así viene en la edición en francés, y así vendrá en la próxima edición en español.
Mi primera novela Historia del traidor, traía sólo un epígrafe antes de cada capítulo. Se veía horrible, así que añadí un número, y el epígrafe era el nombre del capítulo. Hay dos que se lleman igual: "De ti sólo quedaré yo, no le des más vueltas al asunto. Roque Dalton." Me gustaba el aire prepotente de la frase, que tenía que ver con el texto. Ahora lo que no me gusta mucho es la novela.
En general escribo en primera persona (Terceras personas está escrito en primeras personas, je), y me parece que ponerle "Capítulo 1" es meterle mano al texto, esto es: poner un elemento externo del autor a un relato que es del personaje. Uno no conversa con los cuates diciendo "Capítulo 1. Ayer venía caminando por la calle cuando... Capítulo 2. Entonces apareció Fulano y me dijo... Capítulo 3..." En Trece no hay problema: es el diario de un suicida, y él mismo va poniendo los números de manera morbosa. Es un modo de decir: "Me quedan trece días", "Me quedan doce", "Cuatro". Terrible. Lo he releído y me queda la sensación de que soy cómplice de esa muerte, y es una sensación angustiante.
En Breve recuento se trata de la autopsia de un amor, un crimen y una locura (no necesariamente en ese orden), y los materiales están presentados como en un expediente o algo así. (No es tan cierto, pero me gusta la idea.) Son materiales externos a los protagonistas; allí el autor --que actúa como un "recopilador de momentos"-- sí puede poner los números que quiera. Igual en TP.
En el fondo creo que no ponerle "Capítulo Tal" es un modo de hacerme el interesante. O a lo mejor el culpable es Marx.
Hace muchos años leí una novela de Karl Marx que se llama Escorpión y Félix, publicada por Tusquets. Empieza en el capítulo I, y luego empieza a brincar del XII al LXIII, y luego al CCII... La novela es malísima, hay que decirlo; su valor es que la escribió Marx (¡y también escribió poemas!). El recurso me divirtió, pero en algún momento me di cuenta del absurdo de poner números a las cosas. En realidad uno pone "Capítulo 1" y "Capítulo 2" para facilitarse la vida y facilitársela al lector, pero nada que ver con los tiempos de la escritura.
Digamos que una novela empieza por el final. Si son diez capítulos, ése debería ser el capítulo 10. El siguiente capítulo es el principio de la historia. Ése debería ser el 1. El que sigue ocurre al día siguiente. Y ése no necesariamente debería ser el 2: si el 1 dura, digamos, una hora (en tiempo cronológico de la novela), y de allí al 2 pasan 24 horas, hay acciones que han ocurrido y que uno no registra explícitamente. Pero las acciones no registradas tienen que ver con lo que pasará en el 2, así que hay "capítulos ocultos" que necesariamente están allí. Numerarlo sigue siendo colocar cosas externas al texto.
Marx, en su novela de juventud, sólo estaba jugando, pero de algún modo tenía razón; la clasificación de un texto es arbitraria. A menos que esa clasificación (la numeración) sea parte del texto mismo, algo orgánico.
Ya me voy a La Casa. Es mi segundo día de descanso, pero tengo que ver a un par de personas para hablar precisamente de narrativa.
Es curioso eso de ponerle "capítulo 1". Pocas de mis novelas lleva nombre de capítulo o cualquier otra cosa; empieza el capítulo en seco, termina, pasa al siguiente, que tampoco indica qué número de capítulo es. A veces provoca problemas con el índice, porque no hay nada que poner en el índice, excepto la primera frase del capítulo. En poesía es bastante común, pero no es usual en narrativa.
En Un buen espejo, el editor necesitaba que cada capítulo tuviera un nombre, el que fuera. Lo resolvió poniendo, antes de cada capítulo, una hoja en la que se lee en efecto la primera frase del texto. Claro: el editor es Sandro Cohen, poeta, y además compulsivo del orden.
En Trece, cada capítulo viene numerado en romanos. El primer capítulo viene como XIII, luego XII, y así.... y termina en el II, después de pasar por el I. Son catorce capítulos, y no tengo mucha idea de cómo llegué hasta allí.
Hay una aún inédita, Breve recuento de todas las cosas, que tiene un número y un título por capítulo. (I. La rabia inútil; II. Ágata; III. Elogio del cadáver; IV. El llanto perdido; V. Sobre la continuidad del silencio).
La primera versión publicada de Terceras personas tenía sólo los títulos de cada texto, pero algo se perdía. Así que les añadí un número, para indicar continuidad: 1. El viejo no durmió esa noche; 2. Un cabello oscuro en la solapa; 3. Etcétera. (No, el tres no se llama Etcétera, sino "Manuscrito encontrado".) Así viene en la edición en francés, y así vendrá en la próxima edición en español.
Mi primera novela Historia del traidor, traía sólo un epígrafe antes de cada capítulo. Se veía horrible, así que añadí un número, y el epígrafe era el nombre del capítulo. Hay dos que se lleman igual: "De ti sólo quedaré yo, no le des más vueltas al asunto. Roque Dalton." Me gustaba el aire prepotente de la frase, que tenía que ver con el texto. Ahora lo que no me gusta mucho es la novela.
En general escribo en primera persona (Terceras personas está escrito en primeras personas, je), y me parece que ponerle "Capítulo 1" es meterle mano al texto, esto es: poner un elemento externo del autor a un relato que es del personaje. Uno no conversa con los cuates diciendo "Capítulo 1. Ayer venía caminando por la calle cuando... Capítulo 2. Entonces apareció Fulano y me dijo... Capítulo 3..." En Trece no hay problema: es el diario de un suicida, y él mismo va poniendo los números de manera morbosa. Es un modo de decir: "Me quedan trece días", "Me quedan doce", "Cuatro". Terrible. Lo he releído y me queda la sensación de que soy cómplice de esa muerte, y es una sensación angustiante.
En Breve recuento se trata de la autopsia de un amor, un crimen y una locura (no necesariamente en ese orden), y los materiales están presentados como en un expediente o algo así. (No es tan cierto, pero me gusta la idea.) Son materiales externos a los protagonistas; allí el autor --que actúa como un "recopilador de momentos"-- sí puede poner los números que quiera. Igual en TP.
En el fondo creo que no ponerle "Capítulo Tal" es un modo de hacerme el interesante. O a lo mejor el culpable es Marx.
Hace muchos años leí una novela de Karl Marx que se llama Escorpión y Félix, publicada por Tusquets. Empieza en el capítulo I, y luego empieza a brincar del XII al LXIII, y luego al CCII... La novela es malísima, hay que decirlo; su valor es que la escribió Marx (¡y también escribió poemas!). El recurso me divirtió, pero en algún momento me di cuenta del absurdo de poner números a las cosas. En realidad uno pone "Capítulo 1" y "Capítulo 2" para facilitarse la vida y facilitársela al lector, pero nada que ver con los tiempos de la escritura.
Digamos que una novela empieza por el final. Si son diez capítulos, ése debería ser el capítulo 10. El siguiente capítulo es el principio de la historia. Ése debería ser el 1. El que sigue ocurre al día siguiente. Y ése no necesariamente debería ser el 2: si el 1 dura, digamos, una hora (en tiempo cronológico de la novela), y de allí al 2 pasan 24 horas, hay acciones que han ocurrido y que uno no registra explícitamente. Pero las acciones no registradas tienen que ver con lo que pasará en el 2, así que hay "capítulos ocultos" que necesariamente están allí. Numerarlo sigue siendo colocar cosas externas al texto.
Marx, en su novela de juventud, sólo estaba jugando, pero de algún modo tenía razón; la clasificación de un texto es arbitraria. A menos que esa clasificación (la numeración) sea parte del texto mismo, algo orgánico.
Ya me voy a La Casa. Es mi segundo día de descanso, pero tengo que ver a un par de personas para hablar precisamente de narrativa.
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