Modos de entender la poesía
El periódico dominicano Hoy publicó hace unos días una entrevista con Mario Noel Rodríguez, actual coordinador de letras de Concultura (él quedó a cargo cuando pasé a La Casa del Escritor), realizada por el poeta León David, en la cual da una rápida ojeada a la literatura salvadoreña, en especial a la poesía. Da pistas interesantes acerca de su idea de lo que es la poesía y cómo debe hacerse. Dice por ejemplo.
Desde luego que no estoy de acuerdo, pero la entrevista es bastante interesante, porque a mi juicio resume lo que muchos piensan acerca de la poesía en El Salvador, y así lo ejercen.
Anoto, nada más por no dejar, que lo que Mario llama "las reglas" son cosas básicas de preceptiva, es decir: así son, punto, y si uno juega a eso, tiene que aplicarlas. Por ejemplo, recuerdo algo que hace unos años se tomó con muy poco sentido del humor: cuando reté a Mario Noel, desde el programa Universo crítico, a un duelo de sonetos. Él acababa de publicar un libro malísimo, Sonectud (la idea es que los sonetos son cosas ancianas y hay que buscar algo más allá de eso), y durante varios días anduvo hablando cosas feas --y me parece que injustificadas-- de los que escriben (escribimos, qué) sonetos. Dijo que había que romper con la forma, que en realidad los que hacían sonetos no sabían de eso, o que eran muy cuadrados. Conseguí el libro, lo leí... y en no sé cuántos textos apenas habré encontrado algunos endecasílabos bien medidos (es decir endecasílabos a secas); había otros acentuados en la quinta y la séptima sílaba, el error típico del principìante: ¡suena espantoso!
A ver, una explicación intermedia y muy rápida: la métrica es una sistematización del habla natural. El endecasílabo es bastante frecuente en el habla cotidiana, al menos en idioma español. No sé por qué motivos, cuando se acentúa en quinta y séptima, suena espantoso. Es decir: está mal no porque lo diga la preceptiva, sino porque suena horrible, punto. Los que empiezan creen que la métrica implica un lenguaje o una técnica artificial o artificiosa, y buscan precisamente lo que no suene natural, o simplemente no saben contar acentos y lo que les importa es que haya once versos. El resultado es feísimo.
El libro de Mario tampoco tomaba en cuenta reglas básicas (lo siento, no pueden violarse) como el hiato ("hiato" es una palabra que no hace hiato, por cierto) y la sinalefa, que son de gramática básica (otra camisa de fuerza): vocales fuertes no hacen diptongo, vocales débiles y vocal débil con fuerte sí hacen diptongo. No es lo mismo una sílaba gramatical, en ese sentido, que una sílaba métrica: el verso puede tener doce o trece sílabas gramaticales, y tener once métricas. También está lo de las terminaciones (más camisa de fuerza): a los versos terminados en palabra aguda se le suma una sílaba, a los terminados en esdrújula se le resta una. Y hay un modo más sencillo: en español, las palabras más comunes son las graves, y en su acento se basa la métrica para determinar cuál es la última sílaba (es decir la que sigue al último acento). Del acento para allá, sólo se cuenta una más (no olvidar que están las sobresdrújulas); si el verso termina en el acento, se le suma una sílaba.
¡Y las rimas, Dios mío...!
Una compañera de La Casa, que estudió teneduría de libros hace muchos años, se puso a contar sílabas métricas y a sacar promedios de sílabas por poema. No sé cómo le habrá hecho Mario, pero había un soneto que tenía 10.7 sílabas por verso; la mayoría andaba arriba de las 12.
Me pareció que no estaba rompiendo con nada, porque para romper hay que tener algo construido, y se le estaba pasando la mano en sus ataques contra gente que no le estaba haciendo daño. Y algo más grave: Sonectud, según se anunció, se vendería a alumnos de bachillerato como texto de estudio. Así que fui a Universo crítico junto con Rafael Mendoza (un sonetista de mucho respeto), hablamos del soneto en El Salvador (y de los nuestros, por supuesto) y al final reté a Mario Noel a un torneo como él quisiera: rima obligada, pies obligados, lo que fuera.
Geovani Galeas había invitado a ese programa a Mario, pero él no quiso ir, y se reservó el derecho de respondernos en el siguiente. Y así hizo. En el siguiente programa Geovani lo hizo confesar que no sabía de preceptiva literaria (por aquí lo tengo grabado) y rechazó el reto; dijo que, si yo quería, que retara a Carmen González Huguet, una gran sonetista. Lástima que no pude contestarle: me encantaría un torneo con Carmen, porque esos torneos son parte del gusto por el soneto, y sé que me despedazaría con la mano en la cintura. Y sería feliz con ese despedazamiento, porque nos pasaríamos un rato muy divertido.
Ah: el reto lo hice mediante sonetos, por supuesto. En uno de ellos rompía las reglas del soneto para decirle cómo se hacía. En el otro le decía que no sabía de eso. En el tercero lo retaba. Los busco en la compu y no los tengo; deben estar en algún cuaderno. En todo caso se los di a Rafa Mendoza. Si los hallo, los pongo después; si no, veo si Rafa aún los tiene.
Es curioso que Mario hable de rechazar la camisa de fuerza; uno de mis dichos es que me encanta escribir con camisa de fuerza. Uno puede ser muy libre con camisa de fuerza... nomás hay que saber cómo. Por eso hablo de que son modos diferentes de entender la literatura.
La segunda respuesta de Mario que se transcribe es interesante: "Una búsqueda desenfrenada por lo racional." La frase en sí misma es contradictoria: lo desenfrenado no es racional, y no se puede buscar la racionalidad de manera desenfrenada. Creo que es una extensión de lo de la camisa de fuerza.
Me parece interesante la entrevista también porque, en el pasado festival de poesía, León David, el entrevistador, durante el debate general, estaba en la posición contraria a la de Mario, y la defendió con bastante fuerza y argumentos. Eso habla de una gran madurez de su parte. En la polémica acerca de dónde está la poesía, él fue quien planteó y sostuvo el punto de que no está en todas partes, sino --precisamente-- en la poesía.
En fin, recomiendo la entrevista. Lo demás son comentarios.
¿Cuál es tu concepción de la poesía?
Me hartan las reglas como camisa de fuerza, pero también me harta el prosaismo en la poesía. Quisiera meter en una licuadora a Vicente Huidobro y mezclarlo con doscientas orquídeas, licuarlo y beber lo que resulte. Más que definición definitoria es una búsqueda.
Cuáles son las características de la poesía salvadoreña contemporánea.
Palabrosa, poco intuitiva, una búsqueda desenfrenada por lo racional.
Desde luego que no estoy de acuerdo, pero la entrevista es bastante interesante, porque a mi juicio resume lo que muchos piensan acerca de la poesía en El Salvador, y así lo ejercen.
Anoto, nada más por no dejar, que lo que Mario llama "las reglas" son cosas básicas de preceptiva, es decir: así son, punto, y si uno juega a eso, tiene que aplicarlas. Por ejemplo, recuerdo algo que hace unos años se tomó con muy poco sentido del humor: cuando reté a Mario Noel, desde el programa Universo crítico, a un duelo de sonetos. Él acababa de publicar un libro malísimo, Sonectud (la idea es que los sonetos son cosas ancianas y hay que buscar algo más allá de eso), y durante varios días anduvo hablando cosas feas --y me parece que injustificadas-- de los que escriben (escribimos, qué) sonetos. Dijo que había que romper con la forma, que en realidad los que hacían sonetos no sabían de eso, o que eran muy cuadrados. Conseguí el libro, lo leí... y en no sé cuántos textos apenas habré encontrado algunos endecasílabos bien medidos (es decir endecasílabos a secas); había otros acentuados en la quinta y la séptima sílaba, el error típico del principìante: ¡suena espantoso!
A ver, una explicación intermedia y muy rápida: la métrica es una sistematización del habla natural. El endecasílabo es bastante frecuente en el habla cotidiana, al menos en idioma español. No sé por qué motivos, cuando se acentúa en quinta y séptima, suena espantoso. Es decir: está mal no porque lo diga la preceptiva, sino porque suena horrible, punto. Los que empiezan creen que la métrica implica un lenguaje o una técnica artificial o artificiosa, y buscan precisamente lo que no suene natural, o simplemente no saben contar acentos y lo que les importa es que haya once versos. El resultado es feísimo.
El libro de Mario tampoco tomaba en cuenta reglas básicas (lo siento, no pueden violarse) como el hiato ("hiato" es una palabra que no hace hiato, por cierto) y la sinalefa, que son de gramática básica (otra camisa de fuerza): vocales fuertes no hacen diptongo, vocales débiles y vocal débil con fuerte sí hacen diptongo. No es lo mismo una sílaba gramatical, en ese sentido, que una sílaba métrica: el verso puede tener doce o trece sílabas gramaticales, y tener once métricas. También está lo de las terminaciones (más camisa de fuerza): a los versos terminados en palabra aguda se le suma una sílaba, a los terminados en esdrújula se le resta una. Y hay un modo más sencillo: en español, las palabras más comunes son las graves, y en su acento se basa la métrica para determinar cuál es la última sílaba (es decir la que sigue al último acento). Del acento para allá, sólo se cuenta una más (no olvidar que están las sobresdrújulas); si el verso termina en el acento, se le suma una sílaba.
¡Y las rimas, Dios mío...!
Una compañera de La Casa, que estudió teneduría de libros hace muchos años, se puso a contar sílabas métricas y a sacar promedios de sílabas por poema. No sé cómo le habrá hecho Mario, pero había un soneto que tenía 10.7 sílabas por verso; la mayoría andaba arriba de las 12.
Me pareció que no estaba rompiendo con nada, porque para romper hay que tener algo construido, y se le estaba pasando la mano en sus ataques contra gente que no le estaba haciendo daño. Y algo más grave: Sonectud, según se anunció, se vendería a alumnos de bachillerato como texto de estudio. Así que fui a Universo crítico junto con Rafael Mendoza (un sonetista de mucho respeto), hablamos del soneto en El Salvador (y de los nuestros, por supuesto) y al final reté a Mario Noel a un torneo como él quisiera: rima obligada, pies obligados, lo que fuera.
Geovani Galeas había invitado a ese programa a Mario, pero él no quiso ir, y se reservó el derecho de respondernos en el siguiente. Y así hizo. En el siguiente programa Geovani lo hizo confesar que no sabía de preceptiva literaria (por aquí lo tengo grabado) y rechazó el reto; dijo que, si yo quería, que retara a Carmen González Huguet, una gran sonetista. Lástima que no pude contestarle: me encantaría un torneo con Carmen, porque esos torneos son parte del gusto por el soneto, y sé que me despedazaría con la mano en la cintura. Y sería feliz con ese despedazamiento, porque nos pasaríamos un rato muy divertido.
Ah: el reto lo hice mediante sonetos, por supuesto. En uno de ellos rompía las reglas del soneto para decirle cómo se hacía. En el otro le decía que no sabía de eso. En el tercero lo retaba. Los busco en la compu y no los tengo; deben estar en algún cuaderno. En todo caso se los di a Rafa Mendoza. Si los hallo, los pongo después; si no, veo si Rafa aún los tiene.
Es curioso que Mario hable de rechazar la camisa de fuerza; uno de mis dichos es que me encanta escribir con camisa de fuerza. Uno puede ser muy libre con camisa de fuerza... nomás hay que saber cómo. Por eso hablo de que son modos diferentes de entender la literatura.
La segunda respuesta de Mario que se transcribe es interesante: "Una búsqueda desenfrenada por lo racional." La frase en sí misma es contradictoria: lo desenfrenado no es racional, y no se puede buscar la racionalidad de manera desenfrenada. Creo que es una extensión de lo de la camisa de fuerza.
Me parece interesante la entrevista también porque, en el pasado festival de poesía, León David, el entrevistador, durante el debate general, estaba en la posición contraria a la de Mario, y la defendió con bastante fuerza y argumentos. Eso habla de una gran madurez de su parte. En la polémica acerca de dónde está la poesía, él fue quien planteó y sostuvo el punto de que no está en todas partes, sino --precisamente-- en la poesía.
En fin, recomiendo la entrevista. Lo demás son comentarios.
4 comentarios:
yo por eso mejor me dedicare a escribir novelas..jajajajaa..si si.. como no.. jajajaja
Mucha suerte.
No es que la novela sea más difícil: es mucho más trabajosa. La diferencia es la que hay entre hacer una escultura (poesía) y hacer una casa, y que una sea valga la pena de verse y la segunda no se caiga al primer portazo.
Ya hablaremos de eso.
Todos tenemos versos truncos en el armario, y el polvo de más de un cadáver poético a veces nubla nuestros ojos.
(No sé qué quise decir, porque me acabo de despertar, pero me gustó.)
Crear buena poesía no es tarea sencilla ni siquiera para el mejor de los arquitectos.
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