Dados cargados, libros recuperados y la columna de la semana
Esta semana, en Centroamérica 21, hay un análisis fuerte y lúcido de Lafitte Fernández acerca de una posible alianza del FMLN con el FDR y Cambio Democrático. La entrada ya es bastante dura:
Viene también la cuarta entrega del reportaje acerca de la muerte de Ernesto Jovel, primer responsable de la Resistencia Nacional, en 1980. En el mismo avión, por cierto, iba una figura muy especial, el pastor protestante Augusto Coto, de la dirección nacional de la RN, un tipo de maneras muy suaves pero posiciones bien arraigadas que tenía su base de operaciones en México. En esas épocas de intolerancia extrema entre la izquierda --no muy diferente a la actual, pero ahora no hay guerra--, Coto era de las personas con las que se podía hablar, discutir y llegar al menos a posiciones comunes, según recuerdo. Creo que todos, de cualquier organización, lamentamos de corazón su muerte.
Insisto en lo que he dicho antes acerca de la muerte de Jovel (y Coto): no sé si haya habido algo oscuro en su muerte, como una conspiración entre sandinistas y el gobierno cubano --en todo caso no sería la única--, pero es interesante considerar teorías alternas. Sobre todo si, como en esta ocasión, el que habla es un líder de la talla de Alberto Ramos, ex secretario general del FAPU y miembro de la máxima dirigencia de la RN. Hay además información que antes no se había dado: la de pugnas en el interior de la RN que estuvieron a punto de terminar a tiros, como llegó a ocurrir --digamos-- en las FPL.
No todo es política, y quizá por eso me gusta Centroamérica 21: es una mezcla bien heterodoxa de cosas y enfoques, y se la puede acusar de una cosa una semana, y a la siguiente de lo contrario, colaboradores incluidos (ya se ha hecho; es divertidísimo). Viene, por ejemplo, una nota personal de Ricardo Lindo acerca de Walter Béneke, el mítico ministro de educación, alabado por muchos, detestado por otros tantos, quien tuvo una breve carrera como escritor y a quien se debe, entre otras cosas, el CENAR y la Televisión Educativa. (Béneke encontró un título magnífico para una de sus obras de teatro: El paraíso de los imprudentes. Lo he envidiado desde que tengo uso efectivo de sinrazón.)
También viene, aquí, una entrevista de Georgina Vanegas con la poeta Irma Lanzas, por cierto la primera directora de la Televisión Educativa, a quien correspondió armar un proyecto que en su momento tuvo alcances y repercusiones en toda América Latina. Sin ir más lejos, el programa de Educación a Distancia de México --que incluye clases a través de televisión en el desierto y las sierras-- tuvo mucho que ver con la TVE, y aquí se entrenó a gente.
Georgina recicla una historia que conté en un post ya antiguo acerca de cómo la gente de la Generación Comprometida se iba a la Dirección de Bibliotecas Ambulantes, donde trabajaba mi madre, a "recuperar" libros. La doctora Lanzas dice que ella nunca se robó un libro, lo cual le creo totalmente, pero también que quizá algunos de esos libros fueran los que se comentaran en las reuniones que mantenían los entonces jóvenes poetas. Que haya reído de la anécdota es suficiente para mí.
Con respecto a mi columna de esta semana --puede encontrarse aquí--, esta semana trata acerca de un libro del que ya he soltado algunas ideas en este blog en un par de ocasiones, La polarización política en El Salvador, patrocinado y publicado por FLACSO El Salvador y FundaUngo. Carlos Briones, directir de FLACSO, me pidió que hiciera la corrección de estilo, y con todo gusto. Según me dicen, el libro está a la venta al menos en la librería de la UCA, y lo recomiendo sin la menor duda. Creo que vienen al menos tres ensayos de gran lucidez: el de Álvaro Artiga, el de Rubén Zamora y el de David Escobar Galindo, quien siempre encuentra ocasión de provocar con sus particulares enfoques.
El libro trajo además un valor agregado: gracias a él, la responsable de producción editorial de FundaUngo, Loida Pineda, se puso en contacto conmigo para entrar en el taller de La Casa del Escritor. En poco tiempo ha empezado a armar una obra poética interesante. Sus primeros trabajos pueden hallarse aquí.
Y va la columna:
Polarización política, social e ideológica
Rafael Menjívar Ochoa
Es innegable que existe una cierta polarización política en El Salvador, a cargo de los dos principales partidos políticos, ARENA desde el poder y el FMLN en la oposición. Se da por sentado de que toda la sociedad salvadoreña, o una parte significativa, participa del fenómeno, y a partir de allí se hacen cálculos electorales, se analiza el rumbo que puede seguir nuestro país y las posibles –y a veces desesperanzadas– opciones al modelo actual.
Sin embargo, a nadie se le había ocurrido meterse en el estudio del tema, no al menos desde posiciones no polarizadas; siempre el análisis cedía el paso a la descalificación, la autoexaltación o la búsqueda de réditos políticos, como ha sido tradicional.
El año pasado, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo convocaron a un grupo plural de personajes vinculados a la vida política para que analizaran, cada quien desde su perspectiva profesional, ideológica o académica, el problema de la polarización, y el resultado fue un importante libro publicado por ambas instituciones, bajo el título de La polarización política en El Salvador. Los participantes fueron Álvaro Artiga, Rubén Zamora, Gloria Salguero Gross, Hugo Martínez, Carlos Dada, Roberto Turcios y David Escobar Galindo.
Las preguntas obvias que surgen de un tema así son si tal polarización existe –es claro que sí–, y en qué términos. Más allá de las diferencias de enfoque, resulta sintomático que todos los participantes hayan llegado a la misma conclusión: en El Salvador no existe una polarización ideológica en el nivel social –los salvadoreños no se encuentran divididos por dos o más ideologías–; ésta se da en el plano de los partidos políticos: son los partidos los que plantean una polarización ideológica excluyente, pero sólo una parte de la población es partícipe de ella.
Según el ensayo de Álvaro Artiga, que de algún modo resume lo expuesto por los otros ponentes, la ubicación de los salvadoreños en “izquierda”, “centro” y “derecha” no implica necesariamente una posición ideológica, la aceptación de los postulados de los partidos, sino aspectos mucho más simples, y a la vez más significativos.
Muchos electores se declaran “de derecha” porque votaron por ARENA, pero no poseen una ideología acorde con su voto; lo que ocurre es que ven en la derecha un proyecto viable que no encuentran en la izquierda. Otros se declaran “de izquierda” porque votan por el FMLN, y lo que hay en ellos es un sentimiento “antisistema” o la percepción de que “las cosas deben cambiar”.
Lo más interesante es que la mayor parte de los salvadoreños, según encuestas, se plantean a sí mismos como “de centro”, pero las opciones centristas cada vez han obtenido una menor cantidad de votación, hasta el extremo de que se ha producido su desaparición legal, evitada mediante maniobras emanadas de los polos. Esta gente “de centro”, aunque encuentra opciones en esa zona del espectro político, también ve la imposibilidad de que los partidos “moderados” ganen las elecciones, y prefieren hacer valer su voto eligiendo a alguna de las fuerzas polares.
Hace falta mucho más que una columna para analizar el libro, y lo recomendable es leerlo y sacar conclusiones propias. Sin embargo, hay un aspecto importante que debe señalarse: pese a que el libro se elaboró hace unos cuantos meses, el rígido panorama planteado en los ensayos se ha modificado de manera clara, y tiende a modificarse aún más.
Habrá muchas explicaciones posibles, como las discusiones –por fin abiertas, por fin amplias– que se han dado a partir de las posibles candidaturas presidenciales del FMLN y otras fuerzas para el 2009. Y estas discusiones, así como una buena parte de las decisiones y acciones políticas de los últimos meses, tienen que ver a su vez, en parte, con las tesis planteadas en el libro. Varios de los ponentes son gente dedicada a la política, o que influye en ella, y el hecho de reflexionar sobre ese fenómeno que ha llevado a un largo impasse significa la necesidad de traducir el pensamiento en acción.
Ése es un factor que los partidos polares han relegado en los últimos años: la generación de pensamiento propio, no sólo reactivo. Pensar parece haberse convertido, en sus libretos particulares, en una forma de perder el tiempo. Pero aquí hay un libro que los desmiente, un solo libro, un simple libro, en el cual gente harto diferente se reúne para confrontar ideas y buscar coincidencias; las diferencias son obvias, y no harán mejor al país, ni peores a los contrincantes.
Los planes para construir una alianza de la izquierda unida y vitaminizada, calculadamente maquillada en su mensaje y supuestamente fuerte en coyunturas y músculos para derrotar a ARENA, se miran cada vez más lejos. El centro del problema es que, en buena parte, el FMLN tiró la propuesta con los dados cargados. Trató de construir la cuna con las maderas sobrantes de los féretros.Hoy hay un montón de artículos de opinión en la revista (seis), incluido uno de Juan José Martel acerca de la posición y línea de CD ante las elecciones de 2009 --que vale la pena leer para enterarse del tema-- y una bastante desesperanzada de Juan Ramón Medrano acerca de la cerrazón del FMLN, que podría llevarlo a una nueva derrota, y del problema que a su juicio enfrenta ARENA en un eventual quinto periodo: solucionar en poco tiempo los problemas que no ha logrado resolver en casi 20 años.
Viene también la cuarta entrega del reportaje acerca de la muerte de Ernesto Jovel, primer responsable de la Resistencia Nacional, en 1980. En el mismo avión, por cierto, iba una figura muy especial, el pastor protestante Augusto Coto, de la dirección nacional de la RN, un tipo de maneras muy suaves pero posiciones bien arraigadas que tenía su base de operaciones en México. En esas épocas de intolerancia extrema entre la izquierda --no muy diferente a la actual, pero ahora no hay guerra--, Coto era de las personas con las que se podía hablar, discutir y llegar al menos a posiciones comunes, según recuerdo. Creo que todos, de cualquier organización, lamentamos de corazón su muerte.
Insisto en lo que he dicho antes acerca de la muerte de Jovel (y Coto): no sé si haya habido algo oscuro en su muerte, como una conspiración entre sandinistas y el gobierno cubano --en todo caso no sería la única--, pero es interesante considerar teorías alternas. Sobre todo si, como en esta ocasión, el que habla es un líder de la talla de Alberto Ramos, ex secretario general del FAPU y miembro de la máxima dirigencia de la RN. Hay además información que antes no se había dado: la de pugnas en el interior de la RN que estuvieron a punto de terminar a tiros, como llegó a ocurrir --digamos-- en las FPL.
No todo es política, y quizá por eso me gusta Centroamérica 21: es una mezcla bien heterodoxa de cosas y enfoques, y se la puede acusar de una cosa una semana, y a la siguiente de lo contrario, colaboradores incluidos (ya se ha hecho; es divertidísimo). Viene, por ejemplo, una nota personal de Ricardo Lindo acerca de Walter Béneke, el mítico ministro de educación, alabado por muchos, detestado por otros tantos, quien tuvo una breve carrera como escritor y a quien se debe, entre otras cosas, el CENAR y la Televisión Educativa. (Béneke encontró un título magnífico para una de sus obras de teatro: El paraíso de los imprudentes. Lo he envidiado desde que tengo uso efectivo de sinrazón.)
También viene, aquí, una entrevista de Georgina Vanegas con la poeta Irma Lanzas, por cierto la primera directora de la Televisión Educativa, a quien correspondió armar un proyecto que en su momento tuvo alcances y repercusiones en toda América Latina. Sin ir más lejos, el programa de Educación a Distancia de México --que incluye clases a través de televisión en el desierto y las sierras-- tuvo mucho que ver con la TVE, y aquí se entrenó a gente.
Georgina recicla una historia que conté en un post ya antiguo acerca de cómo la gente de la Generación Comprometida se iba a la Dirección de Bibliotecas Ambulantes, donde trabajaba mi madre, a "recuperar" libros. La doctora Lanzas dice que ella nunca se robó un libro, lo cual le creo totalmente, pero también que quizá algunos de esos libros fueran los que se comentaran en las reuniones que mantenían los entonces jóvenes poetas. Que haya reído de la anécdota es suficiente para mí.
Con respecto a mi columna de esta semana --puede encontrarse aquí--, esta semana trata acerca de un libro del que ya he soltado algunas ideas en este blog en un par de ocasiones, La polarización política en El Salvador, patrocinado y publicado por FLACSO El Salvador y FundaUngo. Carlos Briones, directir de FLACSO, me pidió que hiciera la corrección de estilo, y con todo gusto. Según me dicen, el libro está a la venta al menos en la librería de la UCA, y lo recomiendo sin la menor duda. Creo que vienen al menos tres ensayos de gran lucidez: el de Álvaro Artiga, el de Rubén Zamora y el de David Escobar Galindo, quien siempre encuentra ocasión de provocar con sus particulares enfoques.
El libro trajo además un valor agregado: gracias a él, la responsable de producción editorial de FundaUngo, Loida Pineda, se puso en contacto conmigo para entrar en el taller de La Casa del Escritor. En poco tiempo ha empezado a armar una obra poética interesante. Sus primeros trabajos pueden hallarse aquí.
Y va la columna:
Polarización política, social e ideológica
Rafael Menjívar Ochoa
Es innegable que existe una cierta polarización política en El Salvador, a cargo de los dos principales partidos políticos, ARENA desde el poder y el FMLN en la oposición. Se da por sentado de que toda la sociedad salvadoreña, o una parte significativa, participa del fenómeno, y a partir de allí se hacen cálculos electorales, se analiza el rumbo que puede seguir nuestro país y las posibles –y a veces desesperanzadas– opciones al modelo actual.
Sin embargo, a nadie se le había ocurrido meterse en el estudio del tema, no al menos desde posiciones no polarizadas; siempre el análisis cedía el paso a la descalificación, la autoexaltación o la búsqueda de réditos políticos, como ha sido tradicional.
El año pasado, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y la Fundación Dr. Guillermo Manuel Ungo convocaron a un grupo plural de personajes vinculados a la vida política para que analizaran, cada quien desde su perspectiva profesional, ideológica o académica, el problema de la polarización, y el resultado fue un importante libro publicado por ambas instituciones, bajo el título de La polarización política en El Salvador. Los participantes fueron Álvaro Artiga, Rubén Zamora, Gloria Salguero Gross, Hugo Martínez, Carlos Dada, Roberto Turcios y David Escobar Galindo.
Las preguntas obvias que surgen de un tema así son si tal polarización existe –es claro que sí–, y en qué términos. Más allá de las diferencias de enfoque, resulta sintomático que todos los participantes hayan llegado a la misma conclusión: en El Salvador no existe una polarización ideológica en el nivel social –los salvadoreños no se encuentran divididos por dos o más ideologías–; ésta se da en el plano de los partidos políticos: son los partidos los que plantean una polarización ideológica excluyente, pero sólo una parte de la población es partícipe de ella.
Según el ensayo de Álvaro Artiga, que de algún modo resume lo expuesto por los otros ponentes, la ubicación de los salvadoreños en “izquierda”, “centro” y “derecha” no implica necesariamente una posición ideológica, la aceptación de los postulados de los partidos, sino aspectos mucho más simples, y a la vez más significativos.
Muchos electores se declaran “de derecha” porque votaron por ARENA, pero no poseen una ideología acorde con su voto; lo que ocurre es que ven en la derecha un proyecto viable que no encuentran en la izquierda. Otros se declaran “de izquierda” porque votan por el FMLN, y lo que hay en ellos es un sentimiento “antisistema” o la percepción de que “las cosas deben cambiar”.
Lo más interesante es que la mayor parte de los salvadoreños, según encuestas, se plantean a sí mismos como “de centro”, pero las opciones centristas cada vez han obtenido una menor cantidad de votación, hasta el extremo de que se ha producido su desaparición legal, evitada mediante maniobras emanadas de los polos. Esta gente “de centro”, aunque encuentra opciones en esa zona del espectro político, también ve la imposibilidad de que los partidos “moderados” ganen las elecciones, y prefieren hacer valer su voto eligiendo a alguna de las fuerzas polares.
Hace falta mucho más que una columna para analizar el libro, y lo recomendable es leerlo y sacar conclusiones propias. Sin embargo, hay un aspecto importante que debe señalarse: pese a que el libro se elaboró hace unos cuantos meses, el rígido panorama planteado en los ensayos se ha modificado de manera clara, y tiende a modificarse aún más.
Habrá muchas explicaciones posibles, como las discusiones –por fin abiertas, por fin amplias– que se han dado a partir de las posibles candidaturas presidenciales del FMLN y otras fuerzas para el 2009. Y estas discusiones, así como una buena parte de las decisiones y acciones políticas de los últimos meses, tienen que ver a su vez, en parte, con las tesis planteadas en el libro. Varios de los ponentes son gente dedicada a la política, o que influye en ella, y el hecho de reflexionar sobre ese fenómeno que ha llevado a un largo impasse significa la necesidad de traducir el pensamiento en acción.
Ése es un factor que los partidos polares han relegado en los últimos años: la generación de pensamiento propio, no sólo reactivo. Pensar parece haberse convertido, en sus libretos particulares, en una forma de perder el tiempo. Pero aquí hay un libro que los desmiente, un solo libro, un simple libro, en el cual gente harto diferente se reúne para confrontar ideas y buscar coincidencias; las diferencias son obvias, y no harán mejor al país, ni peores a los contrincantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario