10 de noviembre de 2006

Los juegos de la razón

No, los niños no juegan porque lo traigan genéticamente programado. Mire a su hijo el más pequeño: tiene que aprender que eso tan divertido es jugar; tiene que aprender que eso es divertido.
Teorías van y vienen: que Piaget y Huizinga, que María Montessori y que la enseñanza activa. Algo parece ser más o menos cierto: los niños, al jugar, reducen el mundo a un espacio tan pequeño como el que hay alrededor de su cuerpo y lo reproducen con los cochecitos, las muñecas y los mecanos. Quizá el juego, en las primeras etapas de vida, sea un instrumento para entender lo que lo rodea y, más tarde, poder interactuar con ello.
Entre la niñez y la adultez, a la gente de los últimos años se le han atravesado las maquinitas de las farmacias o de esos locales llenos de sonidos y luces, en los que se mata monstruos al por mayor, se destruye naves enemigas y se gasta una cantidad de monedas que sólo se puede contabilizar tomando como referencia el presupuesto de algún país centroamericano de los más grandes.
Muchos se alarman (vaya, siempre hay quien se alarme por esas cosas): los videojuegos fomentan la violencia y la disolución de valores. Suena lógico: si a través del juego uno aprende a relacionarse con el mundo que lo rodea, y ese aprendizaje tiene que ver con la violencia, el resultado es más violencia.
Lo que quizá olviden los alarmados es que ellos crecieron también sumidos en una violencia análoga a la de las maquinitas, como fueron los cómics de Tarzán o Batman, las caricaturas de la tele, las novelitas de vaqueros de Marcial Lapuente, y no andan matando a cadenazos a las señoras indefensas. Porque la diferencia es sólo tecnológica, con una ventaja para los videojuegos: el espectador puede interactuar con lo que está ocurriendo en la pantalla, no es un espectador pasivo. (¿Será precisamente eso lo que se teme?)
Y desde luego olvidan que lo que ocurre en la pantalla o en el cómic o en el libro es pura y simple fantasía, y que ni el niño más fantasioso o menos aprovechado confunde la realidad (tarea, leche a las cinco de la tarde, nalgadas si rompe los adornos de porcelana a pelotazos) con los fantasmitas del PacMan o las naves plutonianas que quieren sojuzgar a la humanidad.
Esopo nos educó mal: de todo lo que ocurre en el mundo se puede sacar una moraleja. También las religiones: si los humanos son imperfectos con respecto a los dioses, siempre habrá algo que falle en alguna parte. Y nuestro catolicismo en particular: el placer es perverso por definición.
El monstruo de Frankenstein y los videojuegos, el doctor Jeckyll y la pornografía, el maléfico Fu Manchú y la música rock. Siempre ha habido almas que ven cosas donde los mortales puros y simples no ven más que diversión. Se les llama sacerdotes, psicoanalistas, sociólogos, expertos en comunicación de masas; a estas alturas del conocimiento, se ve con desprecio los hermosos títulos de oráculo, mago, alquimista o astrólogo.
Eso sí: ningún estudioso de lo ajeno podrá explicar el placer de rescatar a la princesa o de ver la última pantalla en la que se lee: "Felicidades, terrícola, tu planeta ha sido salvado." (Publicado en El financiero en 1993.)

8 comentarios:

Unknown dijo...

Juguemos con mundos imaginarios!! Eso es lo divertido de la economía. Me gustas en el financiero del 93, a lo mejor te lei, porque por esos años yo me indigestaba con el periódico (qué niña más rara, vea?)

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

A mí no me gustaba en esa época. Tenía una depresión clínica. Poco después de ese artículo me fui a Acapulco a fundar un diario y a morirme a gusto. Me fue bien.
¿El Financiero de México? ¿Cómo lo consehuías?
¿En qué año naciste?

Anónimo dijo...

Yo decia el financiero de acá... qué pasmada que soy... mañana a qué horas?

Unknown dijo...

Es facil consehuir cosas, yo siempre consehuyo de todo, es que soy consecuente y me gusta oir... nomás q tenia ganas de fregar nos vidrios. [Voz interior: hacé cosas más productivas que bloggear.Shhhh vocecita, nomàs vengo aqui a enterarme de la farándula nacional y porque el rafa tiene los links que visitoOrale puè]

Santiago Vásquez dijo...

Aniuxa.
Jugar con la imaginación es un acto que de realizarse en la infancia da buenos resultados en la adolescencia y edad adulta.

Rafael.
Los videojuegos RPG (Role Playing Game)se prestan para desarrollar imaginación y creatividad a diferencia de otros juegos que solamente entretienen e inclusive hasta dañan la mente de los niños.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Algunas veces armamos torneos de Doom y me tocó ganar. Bien sangriento. Ese juego me gustaba. Nada como matar un ciberdemonio a escopetazos o diablos a puñetazos o minotauros con sierra...

madreselvas dijo...

Siempre me ha parecido una tontería eso de que los videojuegos hacen violentos a los niños, la violencia viene de otras cosas. Mi hija y sus amigos siempre jugaron videojuegos violentos y ahora son gente creativa y centrada, bueno un poco chiflados, pero chifladura sana.
Encantada de haber encontrado tu blog.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Hola. Gracias por tu visita.
Yo me crié con los dibujos animados más locos y violentos que haya habido --los Looney Tunes--, y hasta ahora no he apachurrado a nadie con un piano...
Creo que pasa lo mismo que con otros aspectos de la vida: los "expertos" se proyectan y hablan de lo que harían ellos, o de lo que son capaces de hacer, o de lo que tienen miedo de haber hecho, no de lo que los niños harían. Hay casos extremos. Precisamente voy a poner ahora una nota sobre eso. Es un artículo que me rechazaron en un par de periódicos y revistas, incluso gente que tenía fama de muy liberal. Creo que se me pasó la mano en la incorrección política. Trata sobre Reuben Fine y el ajedrez.
Me gustó tu blog. Al rato pongo un link por acá.