22 de abril de 2006

De cuentos, novelas y ensayos

(A propósito del post de "El milagrero" y los comentarios adjuntos.)

Me puedo pasar años escribiendo un cuento. "El campeón", por ejemplo, me llevó como seis o siete años. No le hallaba el final. Le corté la mitad, me inventé algo que no tenía que ver y logré acabarlo. Quizá es el único cuento que he escrito porque quería escribir un cuento. Para "El cubano" usé un capítulo que eliminé de Los héroes tienen sueño porque no venía al caso. Me dio pena desperdiciarlo y quedó lo que quedó.
"Cementerio de carros" lo escribí en cosa de un año (lo que me lleva una novela negra), más los dos o tres años tratando de hacerlo, más otro año corrigéndolo. "Un mundo en el que el cielo cae y cae", mi favorito (dos páginas) me llevó dos o tres años, como en tres o cuatro versiones, y sirvió para la corrección de Los héroes tienen sueño.
No se me ocurren muchos temas para cuentos. Pienso en formato de novela. Los cuentos, para mí, son ensayos que me llevan a algo más; la temática no importa demasiado, sino solucionar asuntos prácticos. Y la poesía también. Y todo lo demás, música incluida.
Hay quien se indigna (poetas y cuentistas en particular), pero mi proceso para escribir una novela es así:
1. Tengo una sensación, después de darle vueltas a una idea, y no sé cómo ponerla en palabras. Escribo un par de poemas hasta que logro centrar esa sensación. Si no, hago música. Cuando siento "eso", paso al punto 2.
2. Busco la forma. No la hallo. (Si la hallo, me salto este paso.) Escribo algunos fragmentos y me pongo a buscar a los personajes, a darles actitudes, a determinar su modo de hablar. De alguno de esos fragmentos saldrá algún cuento. A veces no paso de allí y no llego a la novela. A veces, de esta búsqueda sale algo (como la segunda parte de Breve recuento de todas las cosas, que escribí en 1989, antes de Los héroes.)
3. Escribo una novela negra, que tiene algunas frases, algunos giros, tres o cuatro ideas, que me servirán después. Trato de determinar temas, problemáticas, etcétera, y ante todo formas de narrar, recursos, registro, qué sé yo.
4. Escribo una novela "literaria".
5. Si me trabo, escribo otra novela negra o algún texto "literario" para destrabarme, y sigo con la novela del punto anterior.
Es decir: con unos 18 o 20 libros de literatura escritos, tengo pocos que pueda decir que son "los de verdad"; los demás son ensayos y experimentos.
Mis "novelas novelas" son Terceras personas, Los héroes tienen sueño (sí, ya sé que es negra, pero igual; me preparé muchísimo para llegar a ella, con todo y que el arranque se debió a algo incidental), Trece y Breve recuento de todas las cosas.
Instrucciones para vivir sin piel me sirvió para solucionar problemas de lenguaje y estructura para Breve recuento, y "Espejos" tenía como objetivo verlo desde cierta perspectiva; un cuento, "Fade-out", me sirvió para ciertos ambientes de Trece (la parte relativa a una mulata con la que anda mientras se pasa espiando a la mujer de la ventana); "Cementerio de carros" me destrabó en De vez en cuando la muerte, que a su vez tenía un objetivo para Trece: contar cosas complejas de la manera más fluida posible.
A pesar de que según yo he escrito cinco novelas (el Réquiem para una señora sin canas, de género negro, es también una novela "por derecho propio"), de repente me di cuenta de que tenía un montón de libros para publicar o, peor, publicados, y que también eran novelas o un par de poemarios o un libro de cuentos. Thierry Davo incluirá Historia del traidor, y tendrá razón. Tengo dos etapas literarias: Historia del traidor (mi primera novela publicada) y todo lo demás.
Después, cuando leo los libros ya publicados, veo que no sólo se trata de ensayos, o no se nota que lo sean. Pero hay ideas y cosas que siempre enlazan ciertos libros con otros, y que se repiten en los cuentos y en algunos poemas.
Hay un cuento de Salarrué, La botija, que trata de un tipo bien haragán, que se pasa la vida queriendo hacerse rico fácilmente, y ¿qué más fácil que encontrarse una botija llena de oro en algún campo de labor? Así que se pone a trabajar como jornalero, veinte horas diarias, con el único objetivo de encontrar una botija y poder seguir en la pereza. (El cuento es buenísimo. No se lo pierdan si no lo han leído.)
Me parece que algo así me pasó, con menos ambición. He buscado escribir una novela "con todas las de ley", la novela que quizá no pueda escribir (El idiota, El extranjero, El largo adiós, Solaris), y en el camino he ido haciendo otras cosas como por no dejar. Las cinco de las que hablo, espero, son las que me están preparando no sé para qué. Creo que escribir por escribir se ha convertido, al final, en el objetivo último; ya saldrá lo que salga. Y lo último que hice fue un libro de historia reciente, periodístico, pero con forma de novela... Me niego a creer que la ficción pueda ser desplazada por la realidad, así que no espero dedicarme en adelante a escribir cosas de historia reciente.
O quizá ese libro, a su vez, me lleve a otro, y a otro, y cuando me muera me dé cuenta, borgeanamente, que todo lo que hice fue escribir un solo libro, precisamente el que quería escribir. Y también por allí me encontré con una sorpresa.
Los años marchitos fue mi primera novela policial (1988-89), y la escribí para ver qué se sentía. Después empecé De vez en cuando la muerte (1990-1996), y en el camino, de un capítulo eliminado, salió Los héroes tienen sueño (1990-1991), que andaba "buscando" desde hacía un par de años. Así que decidí que sería una trilogía, con referencias de todas las novelas en las demás, ciertos personajes que serían una constante, qué sé yo.
Años después me di cuenta de que había vacíos en la estructura de la trilogía. En 2002-2003 escribí Maneras de morir (título plagiado de Maneras de llover, de Hugo Lindo, como De vez en cuando la muerte viene obviamente de Serrat; ambos traen sus epígrafes). Sería la última de una tetralogía, entonces. Pero hacía falta "algo" entre ésta y las anteriores. Así que en 2005 escribí Al director no le gustan los cadáveres. Una pentalogía. Hasta ahora la veo más o menos cerrada, pero hay un par de historias que quiero contar, que están prefiguradas en Cementerio de carros, y que veo posibilidades de desarrollar.
Me encantaría ver publicadas las cinco al mismo tiempo; por ahora sólo he visto dos en la misma editorial, y otra en tres editoriales diferentes de tres países, y otra que se publicará en otra editorial (y en otro país) antes de fin de año, y una que espera editor.
Lo malo es que hace falta que uno deje de escribir para ver cuál fue su obra final. Y no creo que deje de escribir mucho antes de morirme. (Ya le pedí a Thierry que, cuando se dé cuenta de que no tengo nada que decir, me lo advierta, de preferencia a gritos. No voy a andar haciendo ridículos después de lo que me ha costado escribir las únicas cinco novelas que tengo. Seis, con el Traidor. Un día, furioso, se me ocurrió empezar a escribir una novela light, para ver si pegaba. Me estaba quedando tan bien --según el objetivo-- que Thierry me dijo que no servía, y la dejé. Y no es que la haya dejado; nada más la estoy escribiendo de otro modo. Pinche Thierry por tomarme tan en serio y por cumplir su papel de amigo. A lo mejor ya sería rico...)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rafa: escribes mucho mAs rApido de lo que ahora es mi capacidad de leer. Me asombras. Oye, por cierto, conoces a taaaaaaaaaanta gente que creo que deberIa postularte mInimo para diputado federal mexicano. No les pagan mal, eeeh! Ya escribI algo mAs en mi blog, me hiciste sentir mal la Ultima vez, pero no lo hice solamente por eso. AdemAs es algo que ya te mandE hace algunos aNhos. Saludos a la familia. KarilU.

Rafael Menjivar Ochoa dijo...

Karina: No es que escriba muy rápido; es que no sé hacer otra cosa. Y me daría mucha vergüenza usar a los cuates como trampolín para llegar a diputado. (Creo que también ser diputado me daría un poco de pena, aunque no me lo han propuesto para ver si el sueldo me la quita. Aquí también ganan muy bien, y no hay que viajar hasta México todos los días de sesión.)
Ya vi tu blog, cómo no, y ya conocía el poema. Lo llevas muy bien hacia ese final, creo. (Si quieres platicamos luego del corte de verso. Quiero decir: del objetivo de cortar precisamente allí donde cortas la frase.)
Énigüey, me gusta, cómo no.

Anónimo dijo...

Karina, ésta es la venganza de Rafael: cuando escribe una novela, lo cual puede durar sus quince o veinte añitos, luego se queja de que tardamos menos en leerla que él en escribirla... El blog le permite ser más rápido que nosotros, no se lo reprochemos...
Rafael: Sobre LA BOTIJA de Salarrué, estamos de acuerdo, es toda una lección, genial el cuento. Y otros de Salarrué también (no todos). Sobre Hemingway, por supuesto LOS ASESINOS es un modelo. En cambio no comparto tu entusiasmo por FIFTY GRAND. Si éste fue tu modelo para escribir EL CAMPEON, y también UN MUNDO EN EL QUE EL CIELO CAE Y CAE (en el que un boxeador toca saxofón, o un saxofonista toca con guantes de boxeo) pues el alumno superó al profesor, lo cual a veces ocurre. En cuanto a Cortázar, estamos totalmente de acuerdo, no sé si conoces el libro gemelo de LA VUELTA AL DIA, ULTIMO ROUND, publicado un año después, genial también y del mismo estilo.Hasta que a veces los confundo.